El sueño de una tarde de verano
Publicado: Jue, 06 Ago 2020 23:14
Una tarde dormida de Agosto,
de esas que se pierden en el instinto
y que mires donde mires
todo te parece igual, nada.
Los minutos se acuestan a dormir la siesta,
el calor te abre los poros de la piel
para que emane de ella el sudor aburrido,
la ventana no es más que un cuadro repetitivo,
y, ¿quién se atreve con la televisión?
La gente, tu gente,
comparte momentos con los minutos,
y tú, cansado –no para dormir-,
divagas por los caminos deshabitados de los pasillos,
en busca de un auxilio,
que no tienes a quien pedir
y no sabes dónde buscar.
Pero la vida, los días, la fortuna,
a veces se convierten en aliados,
y como un trastorno doloroso en la rodilla,
te golpeas –daños colaterales del aburrimiento-,
contra esa mesa donde reside parte de tu mundo,
donde dibujas y has dibujado momentos inolvidables,
inigualables,
donde descansa un bicho electrónico
que te acerca a ese sueño trovador de lirismo.
Y te conectas,
marcas la dirección grabada
y comienzas a vislumbrar a esos caballeros andarines,
que para ti conforman la generación del siglo XXI.
Comienzas a visitarlos, a leerlos,
mientras la fantasía abre sus puertas
para introducirte en un universo de belleza y sensaciones.
Es entonces cuando muere el aburrimiento,
la soledad, la desidia y los minutos despiertan.
Ahora estás con ellos,
con todos –no creo que falte ninguno-,
hablan de poesía, de amistad, de temas cotidianos,
se hacen preguntas, recitan versos,
cuentan anécdotas y algún que otro chiste,
y te involucras y te involucran,
es como esa niebla que a todos nos ciega
y a todos ciega,
como ese mar que navega de un lado para otro
para seguir llenando la misma laguna,
es como esa reunión de amigos, impagable.
Al final, el tiempo pasa sin saber que ha sucedido,
los minutos otrora dormidos,
son ahora incontrolables,
y la siesta de los mortales
se te ha convertido en el sueño de una tarde de verano.
¡Qué buena gente!
Los Ferreiro, Ramón, Simón, Julio, Rafel, Javier, Armilo,
Ricardo, y un montón más, Luis, Gustavo, Antonio, José Manuel,
todos y cada uno de ellos.
¿Y ellas? encantadoras, alegres, poetas.
Pilar, Marisa, Era, Nancy, Hallie, Carmen, Rosa y tantas otras.
Cuando vienes a darte cuenta,
la ventana dibuja el mismo cuadro con luz artificial,
la tarde hace tiempo que se ausentó
y la noche ya te acompaña
con un regusto a felicidad, amistad y poesía.
Apagas el diablo electrónico,
no sin antes despedirte de los amigos de sueños,
y comprendes, que soñar,
es la mejor fantasía que le queda al ser humano.
Y retornas al planeta de los mortales.
de esas que se pierden en el instinto
y que mires donde mires
todo te parece igual, nada.
Los minutos se acuestan a dormir la siesta,
el calor te abre los poros de la piel
para que emane de ella el sudor aburrido,
la ventana no es más que un cuadro repetitivo,
y, ¿quién se atreve con la televisión?
La gente, tu gente,
comparte momentos con los minutos,
y tú, cansado –no para dormir-,
divagas por los caminos deshabitados de los pasillos,
en busca de un auxilio,
que no tienes a quien pedir
y no sabes dónde buscar.
Pero la vida, los días, la fortuna,
a veces se convierten en aliados,
y como un trastorno doloroso en la rodilla,
te golpeas –daños colaterales del aburrimiento-,
contra esa mesa donde reside parte de tu mundo,
donde dibujas y has dibujado momentos inolvidables,
inigualables,
donde descansa un bicho electrónico
que te acerca a ese sueño trovador de lirismo.
Y te conectas,
marcas la dirección grabada
y comienzas a vislumbrar a esos caballeros andarines,
que para ti conforman la generación del siglo XXI.
Comienzas a visitarlos, a leerlos,
mientras la fantasía abre sus puertas
para introducirte en un universo de belleza y sensaciones.
Es entonces cuando muere el aburrimiento,
la soledad, la desidia y los minutos despiertan.
Ahora estás con ellos,
con todos –no creo que falte ninguno-,
hablan de poesía, de amistad, de temas cotidianos,
se hacen preguntas, recitan versos,
cuentan anécdotas y algún que otro chiste,
y te involucras y te involucran,
es como esa niebla que a todos nos ciega
y a todos ciega,
como ese mar que navega de un lado para otro
para seguir llenando la misma laguna,
es como esa reunión de amigos, impagable.
Al final, el tiempo pasa sin saber que ha sucedido,
los minutos otrora dormidos,
son ahora incontrolables,
y la siesta de los mortales
se te ha convertido en el sueño de una tarde de verano.
¡Qué buena gente!
Los Ferreiro, Ramón, Simón, Julio, Rafel, Javier, Armilo,
Ricardo, y un montón más, Luis, Gustavo, Antonio, José Manuel,
todos y cada uno de ellos.
¿Y ellas? encantadoras, alegres, poetas.
Pilar, Marisa, Era, Nancy, Hallie, Carmen, Rosa y tantas otras.
Cuando vienes a darte cuenta,
la ventana dibuja el mismo cuadro con luz artificial,
la tarde hace tiempo que se ausentó
y la noche ya te acompaña
con un regusto a felicidad, amistad y poesía.
Apagas el diablo electrónico,
no sin antes despedirte de los amigos de sueños,
y comprendes, que soñar,
es la mejor fantasía que le queda al ser humano.
Y retornas al planeta de los mortales.
, además de un excelente poeta.