Jorge Salvador escribió:Te levantas con buenas intenciones,
das las gracias a Dios por alumbrarte el día
y arrojas al lavabo las legañas;
cantas una de Queen mientras te embutes los vaqueros
y vas soltando gas para aliviar el cuerpo.
Si sobra tiempo igual te ofreces un sexual auto homenaje,
a saber cuánto llevas sin catar otra cosa,
unas veces por las jaquecas asesinas de tu esposa,
otras porque con niños la ocasión jamás la pintan calva.
Te embuchas las tostadas con noticias,
y ya desinformado hasta los huesos,
te abalanzas al tráfico rodado
para empezar a lamentar que existes.
El primer tonto no tarda en presentarse
quemándole las ruedas a un puto BMW
que corre incluso más de lo que cuesta;
después Fernando Alonso en patinete,
un ciclista en dirección prohibida por la acera,
el butanero, la Oración del Huerto,
un par de cazadores de pokemons
y una rubia imposible de no verla
con el short remangado en las axilas…
Tarde y mal, dando gracias a la Virgen
y enajenao del tó, llegas al curro…
-“¿Qué, Gutiérrez, el tráfico de nuevo?
-“(maldito explotador) Lo siento, don Servando,
esta noche me quedo hasta las nueve a lo que mande …”
-“Después querremos cobrar todos lo mismo, venga, al tajo…”
Resistes por los cuatro churumbeles,
por la hipoteca y porque Dios, si existe,
debe de haber salido a por tabaco
o a decidir qué plaga nos arroja ahora.
Te centras en el curro y en segundos te descentras
mirándole el escote a la becaria,
hasta que al encontrarte con la suya
le apartas tu mirada avergonzado;
te fumas la campana de Toledo,
te almuerzas el bocata de chorizo
y ahogas en coñac tu carajillo...
El tiempo no transcurre, qué calvario,
qué ganas de salir a campo abierto
y abandonar la hostil viscosidad de esta oficina;
de vez en cuando un wattshapp de tu esposa
con dos emoticonos y un te quiero;
respondes: “Y yo a ti” seguido de un bostezo
y un (hasta que el divorcio nos separe),
absorto en la insolente juventud de la becaria,
que lo sabe y sonríe permisiva…
(La rutina es el arma más temible
que maneja el destino;
la coartada perfecta del sistema
para matar sin dar explicaciones
y mantener en orden el desorden;
o aceptas acatar la ley del miedo
o empiezas a mirarte camposantos,
pero, ¿qué sabrás tú de todas esas cosas?
Cuando vuelves a casa como si llueve en Tánger,
la total ignorancia por parte de los presentes,
la gala de Gran Hermano
y un caldo de estofado en la nevera
que engulles mirando el Marca;
te la pelas de nuevo a salud de la becaria,
y cuando adviertes que no tienes perro,
aceptas pulpo como animal de compañía…
Jorge, muy bueno tu poema-crónica de un individuo cualquiera en esa rutina que el sistema usa muy bien para tenernos pillaos por los huevos, y seguir ahí imperando. Lo desarrollas con mucha agilidad. Es lo que hay. Aceptamos pulpo...a falta de que la becaria nos propusiera... (pero que no nos salga una Levinsky, porque entonces nos remata, jajaja).
Un fuerte abrazo Poeta
salud!