Aunque el orgullo te sobre,
atado estás al terruño
y llevas contigo el cuño
de joven quemado y pobre.
Mi pluma viste de duelo,
se desangra de dolor
al ver como el mismo cielo
te deniega hasta el pañuelo
para enjugarse el sudor.
Si volvieras a nacer,
mil consejos te daría.
mas un vientre de mujer
te concibió sin saber
al mundo que te traía.
Tu sueño vive en un verso,
sudores y más sudores,
en la idea estás inmerso
de que todo el universo
se reduce a tus labores.
Obedeces los antojos
del señor terrateniente.
Son las sales de tus ojos
rocío para rastrojos
donde muere tu simiente.
Cortos serán tus viajes,
mantillo la vida entera,
tus hombros para atalajes
y las heridas los gajes
de enterrar la sementera.