piel extrusiva, firme al desaliento;
rueca en polen, su trance, por ser viento
que jalona de rocas el camino.
Metamorfosis ígnea, torbellino,
fiel determinación del movimiento,
que nos une en la dicha y el aliento
de percibir la piedra en lo divino.
Así los hombres nos hacemos duros
al quebranto, diamantes del carbón
que oprimiendo sus dientes se hace puro.
Sin lamentar ningún traspié ni herida,
tenaz, buscando un puerto de salida,
se hizo rubí la sangre en el copón.
Hno Renato Vega