Editorial Alaire

Ara López escribió:Y me pregunto cuándo escucha una voz que no es la propia,
si acaso, en algún momento, esa sonoridad que tanto ama y venera,
tiene el valor que necesita para alzarse en su contra.
Mandar a callar y a buscar respuestas entre lo dicho es fácil, es cómodo.
Ser el que tiene la palabra precisa para penetrar la piel con sus precisiones y sonrisas
es hermoso, es peligroso y, en muchos casos, cruel.

Fui cómplice, afilando la punta con que luego me lastimarían.

Y ahora me refugio entre estas líneas silenciosas,
avergonzada de haber comprado el puente de Brooklyn.

Hallie Hernández Alfaro escribió:Es muy impresionante este poema, Ara.
He meditado mucho sobre sus hermosas claves. Hay una que me ha dolido especialmente: el puente de Brooklyn. Alguna vez creí haberlo llevado a casa por un precio maravilloso, alguna vez, fue un escenario real-ficticio donde entregué todas mis defensas.
La cuarta historia, la cuarta exposición del alma desnuda, la cuarta vez que los enormes portales abren su vulnerabilidad, el espacio más íntimo. Coautores de nuestro guion, querida poeta, somos coautores estremecidos por mandato de alguna contracción espacio-temporal que nos juega a favor...

Es un trabajo loable, certero; creo que el grado de cripticismo es bastante elevado.

Abrazos, salud y felicidad.

Ricardo Serna G escribió:

Y me pregunto cuándo escucha una voz que no es la propia,
si acaso, en algún momento, esa sonoridad que tanto ama y venera,
tiene el valor que necesita para alzarse en su contra.

Ara

La voz interior siempre tiene algo a su favor
porque nos conoce muy bien
y sabe lo que es correcto o no....

Mensaje que llega, querida amiga


Un abrazo fuerte

Estimado Ricardo, muchas veces esa voz interior que tanto me conoce no me lleva precisamente por el camino correcto; quizá salió algo malcriada jajajajjaa

Un gran abrazo.

Feliz día, Ánimo

Rafel Calle escribió:Hermoso e interesante trabajo, amiga Ara.
Abrazos.

enrique sanmol escribió:

Ara López escribió:Y me pregunto cuándo escucha una voz que no es la propia,
si acaso, en algún momento, esa sonoridad que tanto ama y venera,
tiene el valor que necesita para alzarse en su contra.
Mandar a callar y a buscar respuestas entre lo dicho es fácil, es cómodo.
Ser el que tiene la palabra precisa para penetrar la piel con sus precisiones y sonrisas
es hermoso, es peligroso y, en muchos casos, cruel.

Fui cómplice, afilando la punta con que luego me lastimarían.

Y ahora me refugio entre estas líneas silenciosas,
avergonzada de haber comprado el puente de Brooklyn.

Utilizar la palabra es siempre arriesgado y, en ocasiones, la comunicación emisor-receptor es todo menos fácil. Hay muchos dichos al respecto... Uno con el que me siento identificado es "esclavo de mis palabras y dueño de mis silencios". Pero arriesgarse es avanzar, arriesgarse en muchas ocasiones es ser valiente y apostar por la vida.

Disfruté la lectura. Gracias y un cordial saludo.

Luis M. escribió:Me gustó mucho el verso final. Un abrazo, Ara.