Mi amigo Pedro
Publicado: Jue, 28 May 2020 11:54
Con los andares umbrosos
y la mirada incierta,
vuelve sus ojos llorosos
y con pasos sigilosos,
cierra tras de sí la puerta.
Más dolorido que su alma,
masticando sus pesares,
parece pisar en calma
y pesarle más que salma
sus tristezas y sus andares.
Y llegó a la carretera
y creyó ver a la muerte
y en una torpe carrera,
se interpuso cual barrera
al coche y su mala suerte.
En oscura y fría noche
ya casi color de cedro,
en destartalado coche
puso la muerte su broche
portando a mi amigo Pedro.
Así, con poco dinero
y el amor que en sí acuñara,
sin recibir un te quiero
ni un amigo verdadero
que su cuerpo acompañara.
Rodeado de misterio
con su sola compañía,
puso rumbo al cementerio
libre ya del cautiverio,
antes que la luz del día.
El pueblo lo condenó
por su aspecto y dejadez.
Nunca a Pedro comprendió
y el pobre Pedro murió
sin cobrar la lucidez.
Y yo que bien lo entendía,
aunque hablaba con torpeza,
lo supe al siguiente día.
Hasta el alma me dolía,
por la profunda tristeza.
Enterrador, yo te pido
y por ello vengo a verte,
des al amigo caído
solitario incomprendido,
un lecho para su muerte.
y la mirada incierta,
vuelve sus ojos llorosos
y con pasos sigilosos,
cierra tras de sí la puerta.
Más dolorido que su alma,
masticando sus pesares,
parece pisar en calma
y pesarle más que salma
sus tristezas y sus andares.
Y llegó a la carretera
y creyó ver a la muerte
y en una torpe carrera,
se interpuso cual barrera
al coche y su mala suerte.
En oscura y fría noche
ya casi color de cedro,
en destartalado coche
puso la muerte su broche
portando a mi amigo Pedro.
Así, con poco dinero
y el amor que en sí acuñara,
sin recibir un te quiero
ni un amigo verdadero
que su cuerpo acompañara.
Rodeado de misterio
con su sola compañía,
puso rumbo al cementerio
libre ya del cautiverio,
antes que la luz del día.
El pueblo lo condenó
por su aspecto y dejadez.
Nunca a Pedro comprendió
y el pobre Pedro murió
sin cobrar la lucidez.
Y yo que bien lo entendía,
aunque hablaba con torpeza,
lo supe al siguiente día.
Hasta el alma me dolía,
por la profunda tristeza.
Enterrador, yo te pido
y por ello vengo a verte,
des al amigo caído
solitario incomprendido,
un lecho para su muerte.