La foto que nunca me hice: El Juego (final)
Publicado: Vie, 01 May 2020 22:43
La loba se esconde tras la cortina. Su mundo se quebró en dos y aquel hongo creció hacia los vientos. Sabía que el tío Tom no vivía solo en una cabaña; ella pasaba largas temporadas con él, con él y su ira, con él y su miedo.
Tú eres Mario, tienes seis años
y quieres jugar a lo que siempre jugaron contigo:
darte de comer;
coges un trapo,
me tapas los ojos
y me los como.
Ya no tengo que verme,
hacer, ni pensar nada;
solo soy boca,
dientes,
lengua,
labios,
que se abren cuando sienten tu presencia,
se estremecen,
trituran,
esperan.
Ahora su voz te aprieta contra las cuerdas de tu sangre para rescatar los labios del abismo y pintarlos en los labios de la zozobra. Rodeada de cuatro gallos de pelea, solo escucha el poema mayor, de lejos, para no tocarle.
Aunque tú no lo sabes
—me he ido con mi boca—
yo me he retirado de tu juego.
Tú ya no eres Mario,
ni tienes seis años,
tú eres otra vez tú;
quiero que seas tú el que llega entre el calor y la penumbra de aquella tarde de juegos, palabras y papeles.
Palabras que lees,
papeles que me tapan.
No me muevo, te veo
y te oigo a través de ellos.
Escucho tu voz en mi lugar inexistente
y te espero en mi boca
que presiente la tuya.
Los papeles callan,
la tinta sabe amarga.
Quiero que seas tú
—se va con los gritos de Mario—
sabe que no jugamos a su juego.
¿Y ahora qué?
A esperar que tu calor deje de abrasarnos y simplemente nos temple para mantener la calidez de tu existencia, y poder ver tus fotos sin llorar...
...pero no la mía.
Tú eres Mario, tienes seis años
y quieres jugar a lo que siempre jugaron contigo:
darte de comer;
coges un trapo,
me tapas los ojos
y me los como.
Ya no tengo que verme,
hacer, ni pensar nada;
solo soy boca,
dientes,
lengua,
labios,
que se abren cuando sienten tu presencia,
se estremecen,
trituran,
esperan.
Ahora su voz te aprieta contra las cuerdas de tu sangre para rescatar los labios del abismo y pintarlos en los labios de la zozobra. Rodeada de cuatro gallos de pelea, solo escucha el poema mayor, de lejos, para no tocarle.
Aunque tú no lo sabes
—me he ido con mi boca—
yo me he retirado de tu juego.
Tú ya no eres Mario,
ni tienes seis años,
tú eres otra vez tú;
quiero que seas tú el que llega entre el calor y la penumbra de aquella tarde de juegos, palabras y papeles.
Palabras que lees,
papeles que me tapan.
No me muevo, te veo
y te oigo a través de ellos.
Escucho tu voz en mi lugar inexistente
y te espero en mi boca
que presiente la tuya.
Los papeles callan,
la tinta sabe amarga.
Quiero que seas tú
—se va con los gritos de Mario—
sabe que no jugamos a su juego.
¿Y ahora qué?
A esperar que tu calor deje de abrasarnos y simplemente nos temple para mantener la calidez de tu existencia, y poder ver tus fotos sin llorar...
...pero no la mía.