yo el más corazonado de los hombres,
y por el más, también el más amargo.
No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.
Versos finales del poema “Me sobra el corazón” (Miguel Hernández)
Estoy perdido sin saber que hacer,
hoy, que no puedo asimilar tu grito,
no me queda luz en el horizonte,
y es tan cruel el día,
que la garganta sangra
al sentir tu aliento desgarrado.
Las rosas se marchitan y el viento arde,
tan solo las espinas resisten el agobio
que emanan las venas de
mi corazón cansado.
Acaso debiera arrancarlo,
esparcir la sangre en tu tiesto
para alimentar las raíces que me injerten a tu tallo.
Cada verso leído, es un puñal asesino,
una tortura despiadada,
un tornado de desdichas y desamparo,
es un paso más a una locura indeterminada,
a un sufrimiento sin control.
Es una búsqueda frenética y homicida,
donde poder acompañarte, en alma y vida,
a un salto mortal al vacío.
Tengo frío…, tengo frío y tiemblo.
Tu mala luna, sigue ofendida,
las tinieblas la dejaron huérfana,
el pasado no se cura, no la cura.
Siempre he sentido una terrible sensación
de dolor invadiendo mis entrañas,
una pena infinita,
una tragedia que se mueve en mis adentros
desde que comenzaste a compartir mi vida.
Tenías una sola pena.
Una sola me dejaste, una sola,
una que me inundó el alma de tristeza.
Te sobra corazón, te sobra poesía…
… te sobra tiempo.
Me falta tu presencia,
tus horas, tu días, tu vida.
Me falta el corazón que a ti te sobra.
Y no sé, no sé ni entiendo,
que has hecho con el mío,
que en castigo vive,
y con tu recuerdo yace muerto.
Tu versos, tu poesía,
también me perdonan la vida…
…día a día.
como en mi escritura, me inunda de tal manera, que un hábito de locura
se instala en mi mente, con el único deseo, obviamente imposible, de sentarme
a su lado y conversar sobre ese mundo tan terrible y a la vez tan hermoso,
que la vida le dispuso.
Cuando leí este poema, uno de los últimos de su corta vida, quedé impactado.
Es tal el sentimiento desgarrador que padece, que casi lo sientes como tuyo.
Es tan duro, como hermoso, y ese final que se te clava como daga asesina,
es la metáfora homicida de su vida.
Va por él.
Va por ti, Miguel