En la lluvia, cuando la tierra está boca arriba,
algo está estrechando sus manos,
es la luna con su música predilecta,
la desnudez durmiendo en la hierba verde
respirando su cuerpo transparente,
y en equilibrio, la voz quiebra el miedo con bofetada de palabras.
El agua, es el agua con sus pechos
exclamando el color de la dulzura,
la redondez de los ojos de la noche
y los bordes de la luz de las estrellas,
y el sabio llanto reza
el sueño imposible del silencio.
Está aquí con la ventana abierta,
con el sudor divino de la metáfora recién cortada,
para entrar escalando
la suprema distancia de lo humano.
Está aquí, como caballero andante, cubriendo el rostro
de vida que se niega cambiar en su aire,
de niño que ha perdido la voz de su madre,
de huracán sangrando en el rudo cinto de la batalla,
de hielo, retrato fiel de los sentimientos,
de ropa amarga que la muerte derrama en un suspiro,
recuerdos, fragor de los despojos que divide.
Está aquí para unir las cuerdas vivas del sonido derramado,
el misterioso arte que abrirá el corazón del bosque,
el olor de líneas,
del perdón escrito en el viento,
el peso de la armonía con sal y gloria
y las huellas de la fuente inmortal del destino.
Dios está aquí, con sus manos invisibles.
-Para creyentes o no-