Tengo la voz cincelada por tus ojos,
rugiente enredadera de brillos,
cuya armonía me acaricia
piel y alma;
silueta inmaculada de mimético ritmo
que exhibe su atemporal reflejo cósmico…
Como el designio del agua,
cuyo atractivo
exalta mis impulsos febriles;
reluce en el índigo silencio
y hace brincar mis claridades…
Estoy flotando en tu saliva,
mientras contemplo las dilaciones del aire;
la pizca danzante que abre la página
de la palabra no dicha
y reverbera sumisa,
como extensivo panal de exultaciones…
Con su esbeltez solazada
por el toque sutil de la noche,
tu lengua me abriga
y emplaza en mi carne
la más íntima de sus intenciones…
rugiente enredadera de brillos,
cuya armonía me acaricia
piel y alma;
silueta inmaculada de mimético ritmo
que exhibe su atemporal reflejo cósmico…
Como el designio del agua,
cuyo atractivo
exalta mis impulsos febriles;
reluce en el índigo silencio
y hace brincar mis claridades…
Estoy flotando en tu saliva,
mientras contemplo las dilaciones del aire;
la pizca danzante que abre la página
de la palabra no dicha
y reverbera sumisa,
como extensivo panal de exultaciones…
Con su esbeltez solazada
por el toque sutil de la noche,
tu lengua me abriga
y emplaza en mi carne
la más íntima de sus intenciones…
