Editorial Alaire

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La vergüenza hace escala en los muros de los siglos.

Tres en punto de la tarde y todo rasga el aullido,
silencio ...
velos santos hacen trizas templos y fariseos.

¡ Oh Dios ! cómo me quema el aliento si a tus pies
abrazo los desatinos de este mundo que anda suelto,
perdido,
desmembranado en fusiles,
fosas de niños hambrientos,
aves escasas de nido.

Díme cómo, cómo y dónde afianzo el testamento,
tan sencillo,
sin figura de notarios que rubriquen La Palabra:

... “Amáos unos a otros como Yo os he amado “

Y nada. Hay legados que no interesan ni al miedo,
porque el miedo es el final del camino.

“ ¡ Elí, Elí, ¿lema sabactaní ¿”

No fue el Padre, son los hijos, día a día,
sustentando el abandono.





( Sólo si nos miráramos a los ojos, si nos diéramos las manos, ese mimo que se pierde, ese abrazo, esa caña de pescar y no el pez, ¿harán falta los minutos de silencio?)

Veo el congreso y aprecio solo reproches y desprecio. ¿ no hemos aprendido a caminar unidos cuando la meta es la misma para todos?
Un poema que recuerda que hay amor para salvar al hombre.
Abrazos
Pilar

Intenso y sentido poema, Concha, que ya te leí el año pasado por estas fechas, aunque aquella vez no contesté. Me ha gustado recuperarlo. Saludos.

Hermoso trabajo, amiga Concha.
Abrazos.

Concha Vidal escribió:-


La vergüenza hace escala en los muros de los siglos.

Tres en punto de la tarde y todo rasga el aullido,
silencio ...
velos santos hacen trizas templos y fariseos.

¡ Oh Dios ! cómo me quema el aliento si a tus pies
abrazo los desatinos de este mundo que anda suelto,
perdido,
desmembranado en fusiles,
fosas de niños hambrientos,
aves escasas de nido.

Díme cómo, cómo y dónde afianzo el testamento,
tan sencillo,
sin figura de notarios que rubriquen La Palabra:

... “Amáos unos a otros como Yo os he amado “

Y nada. Hay legados que no interesan ni al miedo,
porque el miedo es el final del camino.

“ ¡ Elí, Elí, ¿lema sabactaní ¿”

No fue el Padre, son los hijos, día a día,
sustentando el abandono.





( Sólo si nos miráramos a los ojos, si nos diéramos las manos, ese mimo que se pierde, ese abrazo, esa caña de pescar y no el pez, ¿harán falta los minutos de silencio?)

Por que llorar primero? Me conmueve este poema de suplicio espiritual, Concha, una oracion silente por el dolor que nos vitupera. Abrazos, Roxane

Reflexión que desnuda realidades y recorre la luz del alma querida amiga...
Un gusto leerte...espero te encuentres bien de salud tú y los tuyos...
Te abrazo con todo mi cariño...
Nancy