Editorial Alaire

...

Ebulliciones lánguidas
que recubren relámpagos de tiempo,
revulsivo, insolvente,
que intenta penetrar cuencas y cementerios
en los que habitan fuentes
sangrantes frente al río
de sus grandilocuentes bocacalles.

Son las primeras horas,
que amanecen a un dios
al que no pueden ya
desobedecer. Toda
la maleza, sombría aparenta un carácter gélido e imborrable.

Como plantas ancladas a la tierra,
con raíces ignotas,
cada cuerpo se muere un poco más.

Descomposición.

Y guardarán sus formas para siempre,
en este archivador,
no están en cuerpo y alma
sus rubricas de multimillonarios, bienhechores, obreros.

Lanzar una moneda al aire.
Eso somos.
Aunque, por llenos o vacíos,
nos pesen los bolsillos.

Algo que la primera herida cura,
porque fue por amor.

Algo que algún maestro
ha inculcado.
La nada, qué es la nada sin el hombre.

Cambiamos de estación cada tres meses,
visitamos a nuestros allegados que se han ido.

Casi, casi, al final del trayecto nos decimos:
"¿He tenido la vida que he querido?"

"Al que muere le dan descanso eterno,
y en esta realidad
no regalan ni un chicle."

"¿He tenido la vida que he querido".

Qué buena pregunta. Alguien podría decir si lo comparamos con qué o con quién. Me ha resultado muy interesante este poema de corte existencial que llama a reflexionar. Me parece un buen poema muy bien armado.

Un fuerte abrazo, amigo.

Gracias miles Ramón, por tu presencia y palabras.
Abrazos y felicidad, amigo mío.

Y además de lo que te dice Ramón yo flipo con tus títulos. Son muy originales.
Me gusta leer tus poemas porque me llenan de imágenes.
Eres explosivo escribiendo.
Un abrazo.

Jajaja.
El tema de mis títulos a veces supone más de un quebradero de cabeza.
Gracias Ana, por las palabras que me dedicas.
Abrazos y felicidad, amiga mía.