Espejos
Publicado: Mié, 01 Abr 2020 23:38
No son los mismos ojos,
la mirada quedó atrás.
¿Dónde transcurre la esencia?
¿acaso permanece?
No, no son aquellos ojos,
los que aprendieron a buscar,
observar y tantas veces llorar.
No es la piel lisa de porcelana,
ni aquella llena de cráteres,
niñez y vestigios de felicidad.
No son los labios que cursaron
a golpes de discursos
las palabras arraigadas a cada instante,
cada pensamiento
y a cada estado mental administrado.
Ni esa nariz parece la misma,
ni esas orejas deformadas y flácidas
pueden hacerlo.
Y ese pelo negro azabache,
intenso, extenso, fuerte,
es ahora frágil, exiguo,
y de un blanco angosto.
Más… soy lo que soy,
la herencia de una historia
con ánimo de no ser escrita,
torpe, alocada y tan simple
como la simpleza de una noche plácida.
Todo parece renovarse,
pero en la vida, la renovación
es un cuadro en gris oscuro,
un lamento de lo que pudo ser,
y algo tan normal, tan llano
como lo que fue, lo que ha sido.
He visto amanecer a oscuras,
y oscureceres llenos de brillante luz;
he hablado con las estrellas
y he esperado el nuevo día
en la estación de la esperanza;
he visto pasar trenes
repletos de oportunidades
y alejarse sin billete de embarque.
Y aquí estoy, como otras tantas veces,
como en el devenir de los años,
buscando una respuesta,
una explicación a esta existencia
tan introvertida e insípida.
Ahora, con demasiados tiempos
y más de una tormenta
anidada en el portal del recuerdo,
me doy cuenta de la realidad,
la auténtica y única realidad;
somos tan solo papel,
ese que amarillea y se arruga
a cada cambio de estación,
que se escribe, a veces se lee
y siempre acaba en la papelera.
Hagamos lo que hagamos,
en el reflejo siempre está la auténtica verdad,
la realidad que nunca engaña.
Los espejos no disponen de memoria.
la mirada quedó atrás.
¿Dónde transcurre la esencia?
¿acaso permanece?
No, no son aquellos ojos,
los que aprendieron a buscar,
observar y tantas veces llorar.
No es la piel lisa de porcelana,
ni aquella llena de cráteres,
niñez y vestigios de felicidad.
No son los labios que cursaron
a golpes de discursos
las palabras arraigadas a cada instante,
cada pensamiento
y a cada estado mental administrado.
Ni esa nariz parece la misma,
ni esas orejas deformadas y flácidas
pueden hacerlo.
Y ese pelo negro azabache,
intenso, extenso, fuerte,
es ahora frágil, exiguo,
y de un blanco angosto.
Más… soy lo que soy,
la herencia de una historia
con ánimo de no ser escrita,
torpe, alocada y tan simple
como la simpleza de una noche plácida.
Todo parece renovarse,
pero en la vida, la renovación
es un cuadro en gris oscuro,
un lamento de lo que pudo ser,
y algo tan normal, tan llano
como lo que fue, lo que ha sido.
He visto amanecer a oscuras,
y oscureceres llenos de brillante luz;
he hablado con las estrellas
y he esperado el nuevo día
en la estación de la esperanza;
he visto pasar trenes
repletos de oportunidades
y alejarse sin billete de embarque.
Y aquí estoy, como otras tantas veces,
como en el devenir de los años,
buscando una respuesta,
una explicación a esta existencia
tan introvertida e insípida.
Ahora, con demasiados tiempos
y más de una tormenta
anidada en el portal del recuerdo,
me doy cuenta de la realidad,
la auténtica y única realidad;
somos tan solo papel,
ese que amarillea y se arruga
a cada cambio de estación,
que se escribe, a veces se lee
y siempre acaba en la papelera.
Hagamos lo que hagamos,
en el reflejo siempre está la auténtica verdad,
la realidad que nunca engaña.
Los espejos no disponen de memoria.