Torrero 376
Publicado: Sab, 28 Mar 2020 15:12
Era invierno, 12 de febrero de 1932.
Dicen que antes hacía más frío. Es cierto, poco tiempo después se le heló el corazón a millones de españoles.
En aquella mañana de níveo manto los jóvenes latidos de nuestra protagonista caminaron por el jardín de la casa. Sus cabellos se alborotaron tras agacharse una y otra vez a recoger la súbita frescura caída del cielo, su aliento se aceleró tan rápido como su sangre y sus pulsaciones terrenales alcanzaron a aquellas que tanto había soñado.
Después de desayunar salió al balcón cubierta con apenas una chaqueta y un pañuelo ajustado a su cuello. Observaba desde su privilegiado corredor los hogares próximos, intuía los más lejanos, sabía que estaban o que al menos debían seguir en su sitio.
Apenas notó que el candor de sus mejillas mudó sin previo aviso, trocando a rosa primavera...
Era invierno, 12 de febrero de 2020.
Dicen que antes hacía más frío. Es cierto, ahora los cerezos despiertan entre crisis climáticas y económicas.
Había llegado la primavera, una primavera temprana e inesperada y con ella las mimosas en flor. Aquellas que nos emborrachan con su paladar de belleza, las que provocan que tengamos sobrealiento y hacen que busquemos el amor no correspondido. Son aquellas que sobreviven al segundo día como presente feminista.
No esperábamos ninguna nevada, tampoco nuestra vista alcanzaba a encontrar el horizonte, solo soñábamos con caminar despacio hacia el futuro. Hoy nos conformamos con asomarnos a un balcón parapetados por el miedo.
Dicen que antes hacía más frío. Es cierto, poco tiempo después se le heló el corazón a millones de españoles.
En aquella mañana de níveo manto los jóvenes latidos de nuestra protagonista caminaron por el jardín de la casa. Sus cabellos se alborotaron tras agacharse una y otra vez a recoger la súbita frescura caída del cielo, su aliento se aceleró tan rápido como su sangre y sus pulsaciones terrenales alcanzaron a aquellas que tanto había soñado.
Después de desayunar salió al balcón cubierta con apenas una chaqueta y un pañuelo ajustado a su cuello. Observaba desde su privilegiado corredor los hogares próximos, intuía los más lejanos, sabía que estaban o que al menos debían seguir en su sitio.
Apenas notó que el candor de sus mejillas mudó sin previo aviso, trocando a rosa primavera...
Era invierno, 12 de febrero de 2020.
Dicen que antes hacía más frío. Es cierto, ahora los cerezos despiertan entre crisis climáticas y económicas.
Había llegado la primavera, una primavera temprana e inesperada y con ella las mimosas en flor. Aquellas que nos emborrachan con su paladar de belleza, las que provocan que tengamos sobrealiento y hacen que busquemos el amor no correspondido. Son aquellas que sobreviven al segundo día como presente feminista.
No esperábamos ninguna nevada, tampoco nuestra vista alcanzaba a encontrar el horizonte, solo soñábamos con caminar despacio hacia el futuro. Hoy nos conformamos con asomarnos a un balcón parapetados por el miedo.