Editorial Alaire

No reconozco a los ángeles caídos, ni a los inaccesibles rincones de la mente.
He traspasado los límites.
Ya puedo abrir los confines con una mente que no acapara.
No, porque mis pensamientos merecieron importancia, solamente hasta descubrir las ilusiones, ahora se escapan a mi control, a la vez que los considero aptos, inmerecidos y a fuera de mi cuerpo.
De mi mente, la luz intermitente, rescato para alumbrar los valores humanos.
He ganado en perspectiva con este sinsentido.
Celebro haber abandonado mi cerebro.
No era un arma mortal mi orgullo.
Tampoco mi soberbia.
Solo medios para negar las irrealidades.
Soy manipulador, me temo que tengo doble cara.
Mi moral y civismo no son desechables.
Cómo desalinear el propósito de la verdad.
Dime cómo besar gaviotas a través de un parabrisas.

Cada frase es un destello o pólvora diseminada. Ideas que llegan de otras y más y más.
A ti hay que leerte despacito y con buena letra. Si mi mente es un laberinto, la tuya parece un acelerador de partículas.
Un abrazo.

Gracias miles Ana por tu lectura.
A veces también pienso que soy una catarata de ideas.
Gracias por tu visión, amiga mía.

Me gusta tu prosa querido compañero. Esta llena de sorprendentes imágenes y de giros, que hacen seguir el transitar del pensamiento. Hay una continua invocación a la identidad, una identidad que se desprende de todo lo que no la deje libre para poder expresar todo lo que siente... es como si al escribir, pudiera uno ir despojándose de lo innecesario para llegar a la esencia.
Abrazo grande Ricardo

Estimado Ventura.
Ésa es la idea. Lo has expresado bien.
En realidad esa es mi vocación artística.
Opino sin miedo a equivocarme que si todos hicieran uso y abuso de todo esto,
no sembraría absolutamente nada la duda y el caos.
Incluso afirmo sin que todos en ese fondo somos perfectamente iguales.
Abrazos y gracias miles por tu paso y comentario, amigo mío.