nunca llegó el olvido
al corazón que acecha
y no tiene esperanza.
(Conversaciones con Laura - 17 de mayo de 2019)
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I
Cuando alcances el instante de aquella fotografía
que jugaba en las arterias de las sombras
llegarás a la soledad de un pensamiento
que se aleja en el mar,
de una mirada
que se cierra entre los muros con tristeza
y encontrarás la huella del rimmel encarnado
de una cantante callejera
que derrama su melancolía en los escaños
abruptos que perdieron los laureles
y vuela con la torpeza en la sangre
de una mariposa que se embriaga en silencio
con el último verso de un poema angustiado
que podría ser él mismo que cantaste
mientras yo te miraba
y que sigue cayendo
en tu alma cada vez que vuelvo a amarte
con la desesperación de una estrella que entona su amargura,
con la agonía de las farolas que se refugian en el olvido
de los muelles torturados por el agua y el viento.
II
Me dejo la fe en cada palabra, en cada equivocación, pero me apuntan con las tijeras.
( Conversaciones con Laura - 31 de mayo de 2019)
Solo puedo acercarme a ti para volver al silencio
y decirte
que eres el itinerario que perdieron las flores de la esperanza,
que tus velas se despliegan indefensas ante cualquier sonrisa,
que no quieres volver
a la frialdad de un requiebro innortado
hundido en la humedad de una almohada,
que tu maleta encalló en el armario de los rieles del olvido,
y tu carmín se deshace en las fuentes ahogadas
de otra mustia melodía
cuando fluyen la penumbra y el pesar de los escombros.
Ahora eres un poema cubierto por las hojas,
una resistencia amortajada
que vaga en los andenes de los pasajes oscuros
con un llanto desesperado
porque has perdido la llama oscura de los puertos
donde aún tiemblan las llagas escondidas
cuando cae tu voz en los dominios
descontrolados y perversos de la nieve de la noche.
Aún sostengo tu acento brotando en la cadencia
profunda y transparente
del fraseo que hierve en cada quiebro afligido,
aún espero que vuelvas desde ningún lugar
con un verso en la boca, la gardenia en el pelo.
He buscado tus zapatos en el techo de los parques,
en el rincón de los rastrojos
que juntos recorrimos con el alma estremecida,
con el vestido que aún vibra en la palabra que muere
tierna entre tus labios, el bolso y la linterna.