La llovizna nos subyuga
Publicado: Jue, 20 Feb 2020 14:29
A veces las mañanas silenciosas me recuerdan el ritmo de otro tiempo. Cuando todo era bullicio y alegría entre los tenderetes de la plaza Nueva. Allí los domingos encontraba vendedores de sueños y de humo entremezclados con los puestos de monedas, de cómics, de esculturas y de pájaros.
En Bilbao la llovizna nos subyuga, nos lleva de la mano hacia la infancia, esa que no termina porque es música. Los sonidos de coches son constantes en mitad de las horas infinitas.
A veces las sirenas de las fábricas se abren paso entre ruidos más modernos y unas nubes rosadas adornan horizontes sin un límite.
La ría del Nervión es una herida que muestra de las gentes su pasión por el trabajo de los metales duros. El instinto da espacio a las escenas de una historia enterrada en la memoria de un pueblo siempre atávico y maestro.
Este mes de febrero se presenta con su frío voraz, su viento norte y sus rachas que todo lo trastocan.
Por la ventana veo un barco venido de Turquía, un petrolero que nos trae los aromas de otras tierras a través de los mares en penumbra.
La tarde entre la niebla se abisma con sus huellas en calles peatonales.
Ana Muela Sopeña
En Bilbao la llovizna nos subyuga, nos lleva de la mano hacia la infancia, esa que no termina porque es música. Los sonidos de coches son constantes en mitad de las horas infinitas.
A veces las sirenas de las fábricas se abren paso entre ruidos más modernos y unas nubes rosadas adornan horizontes sin un límite.
La ría del Nervión es una herida que muestra de las gentes su pasión por el trabajo de los metales duros. El instinto da espacio a las escenas de una historia enterrada en la memoria de un pueblo siempre atávico y maestro.
Este mes de febrero se presenta con su frío voraz, su viento norte y sus rachas que todo lo trastocan.
Por la ventana veo un barco venido de Turquía, un petrolero que nos trae los aromas de otras tierras a través de los mares en penumbra.
La tarde entre la niebla se abisma con sus huellas en calles peatonales.
Ana Muela Sopeña