Editorial Alaire

.

A mi querido amigo, Alfonso Alfaro.


I

Hubiese querido hacerla yo, iniciarla en tu mochila de azules.
Habría sido una metrópolis lúdica, generosa, muy leal.

II

Miré a mi alrededor para juntar todos los insumos de belleza, de justicia, de pasión, de tejados resistentes a la pureza de la nieve. Cada vez me enamoraba de más atributos para concebirla, pero me seguían faltando bares chicos con aroma de café y migas de alma.

III

Entonces, quise volver a tu carta natal. En ella, las premisas de la ciudad, eran reflejos genuinos de una conjunción inteligente de nódulos. El campo abría sus brazos para dar paso a una arboleda segmentada por la poesía, por la infancia, por las minas excavadas en el azar, por monolitos restaurados en la semblanza de tu corazón.

IV

El casco urbano, la historia, los mitos, el espejismo de aquella biblioteca, los binoculares de la ilusión, la espada, el primer acto de amor, comenzaron a poblarse de manera vertiginosa. El callejero recién nacido, rojo de nombres, al compás de sus propias efemérides, seguía con devoción tus pasos.

V

Fue hoy, en las primeras luces del tardeo, cuando vi la ciudad en tus manos; es tuya, lo sabes.


.

Eternamente agradecido, Hallie por esa manera tuya, inconfundible, de decir, de caminar por las palabras. Que más que caminar parece que corres buscando sueños. De tanto transitar por alfabetos, ¿necesitas decir? Tu mirada insondable basta. Abres tanto los ojos… que le brotan ciudades nuevas. Yo intento aprender a cerrarlos.
Fuerte abrazo, amiga mía.


Esta ciudad sucede…
Entonces sucede en el hueco de tu pecho. Se hace de noche, un perro cruza la avenida, el bar está cerrado, se desengancha la luz de las farolas, un copo del ayer se desploma sobre el tejado, caen las horas de los árboles. Sucede que se desprenden los días de las manos, la biblioteca a esta hora está en el patio, la espada se abriga de polen y de insectos. Sucede que las minas quedan al otro lado de los arbustos. Bajo el asfalto de las calles crece el musgo de las despedidas. Belleza, justicia, pasión, historias, mitos, el río interminable de nombres, la bruma que descansa sobre la infancia, la lluvia que ahora hierve en el azul de la memoria… todo sucede, sucede en el sonido de tu pecho cuando recorre las paredes del alma.

Me alegro muchísimo que te gustara, querido amigo; sucede y vuela muy alto esta ciudad tuya.
Tu respuesta es un tesoro lleno de poesía. Gracias mil.

Abrazo enorme.

Wow, menudo dedicado. Has formado una ciudad donde dan ganas de recorrerla despacito, donde los nombres de sus calles nos traen:

aroma de café y migas de alma.

Os felicito a ambos porque se nota una bella amistad que da para temas como este.
Abrazos.

Gracias mil, Ana; esta ciudad para Alfonso es un regalo pequeñín y muy merecido. Sí, nos une una amistad fuerte y duradera donde caben letras y poemas además de cariño.

Abrazos y felicidad.

Hallie,

muy bien traídas estas entradas donde pareces diseñar una ciudad ideal, ajustada a tus necesidades espirituales. Me gustan los detalles de rara belleza, de gran originalidad, el texto recogido y vibrante a la vez, muy sugerente.
Un gran regalo para Alfonso.

Abrazos.

Gracias por dejar tu valiosa huella, querido amigo; siempre es un honor contar con tu mirada empática y exigente.

Abrazo de los grandes y mucha felicidad.

Muchas gracias, Enrique; valoro mucho tu huella, tu lectura amable y tu solidaridad con estas cosas que escribo.

Un abrazo, amigo.

.


Sube con la ilusión que vuelvas a Prosa Alaire, querido Alfonso.
Besos.