Desidia
Publicado: Vie, 14 Feb 2020 19:22
en la nada estaba
cuando la mano torpe se encargó
de espantar al cuervo
que durante las horas nocturnas
se divertía con mis ojos
mientras la zurda
más locuaz y habilidosa
aún en la aurora del tiempo
pugnaba por levantar
una desvencijada persiana
descubriendo acompañada de un lamento
causante de una estridente música de ladridos
la densa niebla de color verde
adherida a la ventana
que impedía la existencia de la tierra y del cielo
manjar de unas paredes
que ya comenzaban a devorar todos los vanos de la casa
había llegado el momento de decir no
a la dictadura del suelo
o de la serpiente
y convertirme en lo que soy:
una línea perpendicular
con todas sus consecuencias evolutivas
capaz de imitar con virtuosismo inigualable
el estruendo de la tormenta
una habilidad muy apreciada por el espejo
y mi dentadura atrapada en un vaso lleno de desinfectante
que cada día me agasajaban con los insultos más obscenos
y aunque sabía que la luz nunca me esperaba
cuando me dirigía a la cocina
el café como un gato arañándome la lengua
me daba la fuerza necesaria para enfrentarme al salón
pero el sofá siempre me derrotaba adueñándose de mis testículos
en algún lugar de la casa una página en blanco desespera
cuando la mano torpe se encargó
de espantar al cuervo
que durante las horas nocturnas
se divertía con mis ojos
mientras la zurda
más locuaz y habilidosa
aún en la aurora del tiempo
pugnaba por levantar
una desvencijada persiana
descubriendo acompañada de un lamento
causante de una estridente música de ladridos
la densa niebla de color verde
adherida a la ventana
que impedía la existencia de la tierra y del cielo
manjar de unas paredes
que ya comenzaban a devorar todos los vanos de la casa
había llegado el momento de decir no
a la dictadura del suelo
o de la serpiente
y convertirme en lo que soy:
una línea perpendicular
con todas sus consecuencias evolutivas
capaz de imitar con virtuosismo inigualable
el estruendo de la tormenta
una habilidad muy apreciada por el espejo
y mi dentadura atrapada en un vaso lleno de desinfectante
que cada día me agasajaban con los insultos más obscenos
y aunque sabía que la luz nunca me esperaba
cuando me dirigía a la cocina
el café como un gato arañándome la lengua
me daba la fuerza necesaria para enfrentarme al salón
pero el sofá siempre me derrotaba adueñándose de mis testículos
en algún lugar de la casa una página en blanco desespera