Balada para tu ausencia
Publicado: Mar, 04 Feb 2020 20:09
Tú desapareciste, fugaz como una ilusión impredecible,
dejándome huérfano el corazón y su latido fragmentado.
Cada mañana recojo sus pedazos, rehago su triste melodía,
y mi soledad en sí bemol entona baladas de tu ausencia.
Ya nunca ha de venir la sementera a poblar tu piel de lunas,
ni beberemos juntos del mismo labio el agua de la dicha:
ahora la sed cruzará el filo de una duda y agrietará mi boca.
Y todo se hará sombras, como la muerte que tal vez llegue
en madrugada para mirarme a través de tus pupilas negras.
Infecta la tierra que piso se quebrará y tu recuerdo surgirá
como un presagio melancólico y todo en mí descenderá
hasta el fondo de esa nube oscura que ansiosa me devora.
Ya no habrá más días colmados de respuestas porque estaré
solo como si fuera una isla impredecible que siempre aguarda
a la hora del poniente; cuando sienta que tu ausencia aún duele
y nadie besará mis cicatrices para que no se abran heridas nuevas.
Jamás tú serás culpable del dolor porque fecunda amaneciste
igual que un sueño de primavera, y yo, tan sólo soy el resumen
inquieto del otoño que desguarnecido reposa sin memoria.
Lentamente se va fragmentando el pulso de tu nombre,
al cadáver de lo que nunca fue le estoy escribiendo su elegía
y un torrente de lágrimas no encuentra el cauce seco de mis ojos.
Todo es un silencio prolongado, como el lenguaje mudo
de mis manos que aún codician dibujar la geografía de tu cuerpo,
pero tu voz callada va dejando sobre el olvido un rastro de cenizas.
dejándome huérfano el corazón y su latido fragmentado.
Cada mañana recojo sus pedazos, rehago su triste melodía,
y mi soledad en sí bemol entona baladas de tu ausencia.
Ya nunca ha de venir la sementera a poblar tu piel de lunas,
ni beberemos juntos del mismo labio el agua de la dicha:
ahora la sed cruzará el filo de una duda y agrietará mi boca.
Y todo se hará sombras, como la muerte que tal vez llegue
en madrugada para mirarme a través de tus pupilas negras.
Infecta la tierra que piso se quebrará y tu recuerdo surgirá
como un presagio melancólico y todo en mí descenderá
hasta el fondo de esa nube oscura que ansiosa me devora.
Ya no habrá más días colmados de respuestas porque estaré
solo como si fuera una isla impredecible que siempre aguarda
a la hora del poniente; cuando sienta que tu ausencia aún duele
y nadie besará mis cicatrices para que no se abran heridas nuevas.
Jamás tú serás culpable del dolor porque fecunda amaneciste
igual que un sueño de primavera, y yo, tan sólo soy el resumen
inquieto del otoño que desguarnecido reposa sin memoria.
Lentamente se va fragmentando el pulso de tu nombre,
al cadáver de lo que nunca fue le estoy escribiendo su elegía
y un torrente de lágrimas no encuentra el cauce seco de mis ojos.
Todo es un silencio prolongado, como el lenguaje mudo
de mis manos que aún codician dibujar la geografía de tu cuerpo,
pero tu voz callada va dejando sobre el olvido un rastro de cenizas.