Editorial Alaire

Un nuevo manifiesto se cierne sobre nuestras cabezas.
No es la plaga curativa del Espítitu Santo, no.
El caos mental está a la orden del día.
Es la orden del día.
Nadie, que yo sepa, ha organizado su vida.
Las cosas cambian, Ricardo.
Por eso mismo nos hacemos cada vez más banales.
No tenemos armas suficientes para el cambio.
No tenemos almas suficientes para el cambio.
Que yo crea o no en la religión, no me excomulga ni me indulta, ni censura.

Clases sociales, sociedades secretas, no levantan ni un suspiro del interés de mi cosecha.
Poco o nada tiene ya que ver con la poesía.
Diserto y razono y teorizo lo que escribo.
Todo lo que se me escapa en una primera lectura son mis traumas.

Me tienen llamado de todo, incluso trastornado.
¿Quién tiene la culpa de pensar al revés?
¿Quién aquí no presenta síntomas paranoicos, incluso delirios?

Las cosas cambian, gracias a la ciencia.
Qué estúpida costumbre es la adaptación.