La sangre de tus venas enfermas
Publicado: Mar, 04 Feb 2020 0:19
Querría vigilarte sin que apenas lo sintieras,
y aunque te pierdas y no seas capaz de encontrarte
yo haré de tu faro, de tu guía y hasta de tu cuerpo.
No dejes de buscar ni olvides el recelo de las esponjas,
no te extrañe el sonido, ni las calles,
ni busques aquellos lugares que te marcaron,
se marchitaron sus adoquines, sus caminos de tierra,
sus agrestes lugares donde padecías
y padecían tus seres queridos,
tus hermanos, tu pueblo.
Sígueme, que yo te seguiré,
descarna la losa que te mantiene cautivo,
respira el aire de otro ciclo
que no te ahogarás cuando andes conmigo.
Recuerda a tu higuera,
a la sombra escondida que cobijaba tu mente,
a esos momentos de duende
donde perpetraste tu legado corto y perfecto,
aún sigue donde la dejaste,
en espera de poderte refrescar bajo su techo,
de imaginar que ya no sufre tu cuerpo
y tu pluma de algodón vuelve para entintar cielos.
Recuerda a Ramón, a aquellos que te encumbraron
y sintieron envidia de las curvas de tus versos,
los que sintieron tu fuerza
y te olvidaron víctimas del miedo,
aquellos que te engrandecieron,
que abogaron por tu elegancia,
por la vivencia viva de unos versos por y para el pueblo,
aquellos que te humillaron,
que inocente, te hicieron preso.
Recuerda a Josefina, a su amor,
a su pelo alborotado al viento,
tu pequeño Manuel
y sus tristes cebollas de alimento,
tus abarcas heladas y sin fe,
el dolor y sufrimiento de aquellos niños yunteros,
recuerda aquello que quieras,
pero rompe tu vida de ayer,
desgarra la tierra que te cobija
déjame entender el motivo de tu agonía,
de la sangre que murió entre tus venas enfermas.
Déjame, Miguel que entienda a mis ojos
cuando aún hoy humedecen mis mejillas,
deja que sea hoy,
que el ayer…
…el ayer ya no te atormenta.
A veces la mente sigue atormentándome cuando recuerdo el maltrato realizado a un hombre justo, gente del pueblo, con una sensibilidad y elegancia que la maldita guerra oscureció bajo su bandera.
Va por ti, Miguel.
y aunque te pierdas y no seas capaz de encontrarte
yo haré de tu faro, de tu guía y hasta de tu cuerpo.
No dejes de buscar ni olvides el recelo de las esponjas,
no te extrañe el sonido, ni las calles,
ni busques aquellos lugares que te marcaron,
se marchitaron sus adoquines, sus caminos de tierra,
sus agrestes lugares donde padecías
y padecían tus seres queridos,
tus hermanos, tu pueblo.
Sígueme, que yo te seguiré,
descarna la losa que te mantiene cautivo,
respira el aire de otro ciclo
que no te ahogarás cuando andes conmigo.
Recuerda a tu higuera,
a la sombra escondida que cobijaba tu mente,
a esos momentos de duende
donde perpetraste tu legado corto y perfecto,
aún sigue donde la dejaste,
en espera de poderte refrescar bajo su techo,
de imaginar que ya no sufre tu cuerpo
y tu pluma de algodón vuelve para entintar cielos.
Recuerda a Ramón, a aquellos que te encumbraron
y sintieron envidia de las curvas de tus versos,
los que sintieron tu fuerza
y te olvidaron víctimas del miedo,
aquellos que te engrandecieron,
que abogaron por tu elegancia,
por la vivencia viva de unos versos por y para el pueblo,
aquellos que te humillaron,
que inocente, te hicieron preso.
Recuerda a Josefina, a su amor,
a su pelo alborotado al viento,
tu pequeño Manuel
y sus tristes cebollas de alimento,
tus abarcas heladas y sin fe,
el dolor y sufrimiento de aquellos niños yunteros,
recuerda aquello que quieras,
pero rompe tu vida de ayer,
desgarra la tierra que te cobija
déjame entender el motivo de tu agonía,
de la sangre que murió entre tus venas enfermas.
Déjame, Miguel que entienda a mis ojos
cuando aún hoy humedecen mis mejillas,
deja que sea hoy,
que el ayer…
…el ayer ya no te atormenta.
A veces la mente sigue atormentándome cuando recuerdo el maltrato realizado a un hombre justo, gente del pueblo, con una sensibilidad y elegancia que la maldita guerra oscureció bajo su bandera.
Va por ti, Miguel.