Editorial Alaire

¿Ves acaso la luna tan cercana,
notas el aroma de la mies segada,
sientes la grandeza del bosque?
Aquellos dulces trinos y esas flores varias,
murmullos de la fuente, el río y su cascada.

¡Qué grande es tu ceguera...
pues sólo estás aún, de ti, enamorada!

Sal al aire y aspira su pureza,
besa la flor... sin arrancarla entera,
hunde tus pies en esas aguas frescas
y cuando, al fin, el alma vibre plena
ofrece esa frente al polvo de la tierra.

Y entonces, criatura, y sólo entonces
se hará la luz en toda tu conciencia,
y arrancada la venda de tus ojos...
disfrutarás... disfrutarás de toda esa belleza.

Queriendo "mejorar" nuestro aspecto, olvidamos disfrutar de la naturaleza.

Muy acertada reflexión, me gusta cómo transmites esa vanidad que hace que olvidemos todo lo que nos rodea.

Un abrazo, Anita Lis

Anita.

Hermoso poema has logrado; verdaderamente hermoso.
Disfruté al leerlo.

Un abrazo.

Anita, tu poema representa con elevada belleza la problemática que nos propones. Creo que el tratamiento del tema de la naturaleza en su esplendor estético da un toque de delicadeza a lo que supone abordar la impetuosa vanidad humana. Sin duda, tu obra se muestra armoniosa en cuanto a las ideas y logra transmitirnos un mensaje potente.
Ha sido un placer leerte.
Saludos,
Juan Cruz.

El mensaje es claro y contundente. Ojalá nos acerquemos a esa expresión de deseo. En estos tiempos somos la misma sociedad egoísta y cínica de otros tiempos. El hombre, en cuanto ser social, no cambia. Salud.

Un saludo de amistad.
Óscar

Otro abrazo para ti Marisa, y gracias.

Gracias amigo Gustavo, conplacida de que te guste. Un abrazo.

Juan Cruz Bordoy, gracias por tan generosa opinión. Sólo quíse exponer el amor que siento por una naturaleza, que el ser humano no respeta, debido a su ego. Saludos cordiales.

Así es Óscar, creo que va a peor incluso. Gracias por dejar tu huella.