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Ilusión con las manos en la frente

Publicado: Sab, 25 Ene 2020 17:31
por Ricardo López Castro.
Capaz de repartir punaladas traperas, la especialidad de la calle y las discusiones acaloradas, no le quedaba otra que mentir piadosamente y manipular con sana.
Porque cuando su voz era un trofeo nadie le dedicó ni dos palabras.
La poesía tiene ese doble filo.
A raudales.
Laberintos, conceptos terrenales y violencia.
El milagro se extiende bajo el alias de leyenda urbana.
Las doctrinas no escapan al ojo humano.
Él, con la indiferencia del que causa su propio malestar, se montonaba sobre lo radical de sus carcomas.
Superfluas, paranoicas y delirantes.
Así como el cobijo de los ignorantes, preferiría no haber visto las casualidades, y menos desde otro prisma.
El caso es que dentro de su burbuja era él el ingrávido.

Fue quien de describir la coyuntura entre metafísica y superficialidad.
En las conversaciones sin reparos se convertía en víctima, yen su fijación de ideas, aprendió a gobernar su trascendencia.
Algo tan espeso y ligero y profundo como la escritura, que siempre es e el mensaje solapado, el susurro tapado por la almohada, y ese grito de amor sin vitrina ni luz.
Como una banda sonora y un guion desadaptado, como la última ola del temporal, hizo de ilusionista y de misterio.
Sin nadie que volviera sobre sus pasos.