Los rostros
Publicado: Sab, 25 Ene 2020 1:52
Los rostros
A mis compañeros de alaire y Ramón Ataz.
Los rostros, en la inmensa piedad, en la mirada penetrante de los dragones,
esos que fulguran en los volcanes, en la inescrutable soledad de la nada.
Los rostros efímero como el ala de un pájaro en medio de un río,
penetrante como luz híbrida de la poesía de los ocasos y manos poetas.
¡Oh! Dolor, que pierde las manos en el piano al amanecer de los artistas,
esos primeros hombres, que culminaron las manos en las cavernas,
Los ojos libres de pecado y el primer espejo en la madriguera de un lobizón,
He ido marcando con cruces de sangre mi camino
he ido hilvanando despertares en cada día y cada noche,
hombre y niño de lo imposible,
entraña ¡OH! ¡No! No goces con la muerte de los vampiros
¡Huye pedazo de caracol herido en la mineral hambruna de los mares!
Los rostros aparecen
Y la música del suicida se lamenta en la entraña malévola de un tango.
Cruz y viento, en los barcos que van al vientre de los senos
Y la lágrima escondida de los rumiantes celulares de hoy
no se apaga porque el pecado es mirar al otro;
los rostros van y vienen en la ciudad
cada día y cada noche,
maldiciente hombre del hoy moderno
Con modernos látigos y vendas para mirar lo que no se ve...
Huye del ladrido que muestra otro marco de realidad
Y la vida, que late, que late
como un corazón sangrante de las heridas suicidas de hoy
tu rostro
A mis compañeros de alaire y Ramón Ataz.
Los rostros, en la inmensa piedad, en la mirada penetrante de los dragones,
esos que fulguran en los volcanes, en la inescrutable soledad de la nada.
Los rostros efímero como el ala de un pájaro en medio de un río,
penetrante como luz híbrida de la poesía de los ocasos y manos poetas.
¡Oh! Dolor, que pierde las manos en el piano al amanecer de los artistas,
esos primeros hombres, que culminaron las manos en las cavernas,
Los ojos libres de pecado y el primer espejo en la madriguera de un lobizón,
He ido marcando con cruces de sangre mi camino
he ido hilvanando despertares en cada día y cada noche,
hombre y niño de lo imposible,
entraña ¡OH! ¡No! No goces con la muerte de los vampiros
¡Huye pedazo de caracol herido en la mineral hambruna de los mares!
Los rostros aparecen
Y la música del suicida se lamenta en la entraña malévola de un tango.
Cruz y viento, en los barcos que van al vientre de los senos
Y la lágrima escondida de los rumiantes celulares de hoy
no se apaga porque el pecado es mirar al otro;
los rostros van y vienen en la ciudad
cada día y cada noche,
maldiciente hombre del hoy moderno
Con modernos látigos y vendas para mirar lo que no se ve...
Huye del ladrido que muestra otro marco de realidad
Y la vida, que late, que late
como un corazón sangrante de las heridas suicidas de hoy
tu rostro