EL AMOR QUIZÁ...
Publicado: Vie, 12 Sep 2008 0:43
El amor quizá llega del cielo
desde las estrellas más lejanas
o de las que flotan en una mirada.
El amor quizá surge del océano,
cuando se eleva la marea,
prendido de la ola más alta
que quiere a la luna besar.
El amor nace...
de no sabemos donde
En secreto abraza
corazones sumisos,
lunas ardientes,
luceros diurnos,
soles menguantes.
El amor influye...
hasta donde no sabemos
Bautiza el principio de los días,
da esperanza al fin de las agonías,
se adentra con la hondura de lo mares
interactuando en taciturnos cielos
colmados de sueños y de amantes.
El amor asciende por los pies
y se escurre por el rostro.
Sigiloso nos va invadiendo
hasta llegar al centro,
en lo más adentro
de la entraña sangrante
que ya no sabe de quien es.
El amor se siembra en nuestro cuerpo
y como una hiedra va creciendo,
enredándose en los nervios;
aferrándose a las venas crece
y brota en los suspiros;
trepando las paredes del aire
va cubriendo nuestras soledades.
El amor, desesperado e inefable,
va abriendo y cerrando llagas
hasta crear la herida incurable
que nos dibuja la mirada
y nos mutila el alma.
Sin más... nos abandonamos,
nos salimos de nosotros
para que esa presencia
pueda ocuparlo todo.
No sé de donde venga ni como surja
pero el amor es vida, y como la vida:
nos lleva hacia mares y desiertos,
mostrando cielos e infiernos,
por los infinitos y nuestros adentros;
nos abraza de pies a cabeza
llevándonos por donde no sabemos
hasta nuestra muerte.
Ivan Ortega
desde las estrellas más lejanas
o de las que flotan en una mirada.
El amor quizá surge del océano,
cuando se eleva la marea,
prendido de la ola más alta
que quiere a la luna besar.
El amor nace...
de no sabemos donde
En secreto abraza
corazones sumisos,
lunas ardientes,
luceros diurnos,
soles menguantes.
El amor influye...
hasta donde no sabemos
Bautiza el principio de los días,
da esperanza al fin de las agonías,
se adentra con la hondura de lo mares
interactuando en taciturnos cielos
colmados de sueños y de amantes.
El amor asciende por los pies
y se escurre por el rostro.
Sigiloso nos va invadiendo
hasta llegar al centro,
en lo más adentro
de la entraña sangrante
que ya no sabe de quien es.
El amor se siembra en nuestro cuerpo
y como una hiedra va creciendo,
enredándose en los nervios;
aferrándose a las venas crece
y brota en los suspiros;
trepando las paredes del aire
va cubriendo nuestras soledades.
El amor, desesperado e inefable,
va abriendo y cerrando llagas
hasta crear la herida incurable
que nos dibuja la mirada
y nos mutila el alma.
Sin más... nos abandonamos,
nos salimos de nosotros
para que esa presencia
pueda ocuparlo todo.
No sé de donde venga ni como surja
pero el amor es vida, y como la vida:
nos lleva hacia mares y desiertos,
mostrando cielos e infiernos,
por los infinitos y nuestros adentros;
nos abraza de pies a cabeza
llevándonos por donde no sabemos
hasta nuestra muerte.
Ivan Ortega