La partitura
Publicado: Jue, 26 Dic 2019 13:14
No estar. Latir. De pronto
la cegadora luz de la mañana
y el sonido, en el temor, del llanto.
Los fértiles acordes
llamean con un "ven y adéntrate,
este es tu reino".
Después, la espuma
de los mares que engendran
la sobretarde del fulgor,
el canto, el áptero aleteo,
la angosta travesía
por los vacíos pizarrales.
Y la sombra, el envés en el que el todo
silencia sus postigos para oír
la voz con la que grita
la sinrazón en sangre
del cese abrupto de la música.
la cegadora luz de la mañana
y el sonido, en el temor, del llanto.
Los fértiles acordes
llamean con un "ven y adéntrate,
este es tu reino".
Después, la espuma
de los mares que engendran
la sobretarde del fulgor,
el canto, el áptero aleteo,
la angosta travesía
por los vacíos pizarrales.
Y la sombra, el envés en el que el todo
silencia sus postigos para oír
la voz con la que grita
la sinrazón en sangre
del cese abrupto de la música.