Editorial Alaire

Metamorfosis de la arena

En medio del desierto
por donde me arrastraba convertida en arena
decidí construir una montaña.

Primero comencé
hacinando los gritos uno a uno.
Encima ,una gran pila con las humillaciones
y en la alta cumbre usé como bandera
el dolor que horadaba mi autoestima.

Esperé y esperé , confiando en su llegada,
la ayuda de un tornado
que se tragó en su vórtice el montículo
y se lo llevó lejos, ya deshecho
en diminutos trozos que no hieren.

Y siguiendo mi viaje, ya transformada en roca,
encontré en los volcanes de mi tierra
la fuerza de la lava, que me impulsa
a levantar el puño y dejarlo caer
provocando un temblor que aterroriza.
Ya no soy arenisca sino cuarzo.

Muy cohesionado y valiente tu poema, Ángeles.
Muy buen desarrollo también ; aplaudo el alumbramiento de ese cuarzo mágico y poderoso.

Un abrazo de los grandes.

Gracias, Hallie.
No sabes cuánto tiempo y dolor ha tardado esta metamorfosis.
Un abrazo muy fuerte

Te has hecho cuarzo con la fortaleza que te dió el tiempo. Un poema que expresa con belleza tu sentir. Me gustó leerte.
Abrazos
Pilar

Gracias, Pilar, por tu comentario. Sé que es una metamorfosis rara porque normalmente son las piedras las que se convierten en arena. En mi caso, el tiempo me ha hecho más dura.
Abrazos,

Hermoso y sentido trabajo, amiga Ángeles.
Feliz Navidad y próspero Año Nuevo.
Abrazos.

Gracias , Rafael. Felices fiestas .
Un fuerte abrazo navideño

Ángeles Hernández escribió:Metamorfosis de la arena

En medio del desierto
por donde me arrastraba convertida en arena
decidí construir una montaña.

Primero comencé
hacinando los gritos uno a uno.
Encima ,una gran pila con las humillaciones
y en la alta cumbre usé como bandera
el dolor que horadaba mi autoestima.

Esperé y esperé , confiando en su llegada,
la ayuda de un tornado
que se tragó en su vórtice el montículo
y se lo llevó lejos, ya deshecho
en diminutos trozos que no hieren.

Y siguiendo mi viaje, ya transformada en roca,
encontré en los volcanes de mi tierra
la fuerza de la lava, que me impulsa
a levantar el puño y dejarlo caer
provocando un temblor que aterroriza.
Ya no soy arenisca sino cuarzo.

Los cristales de vidrio de cuazo
tienen un sabor ferruginoso
que se pega a las manos y a los labios
y transparentan la magia de la debil luz
del sol de invierno.
Un placer de lectura tu canción
Un abrazo

Gracias por tu comentario, Xaime. Esos cristales de vidrio de cuarzo son más duros y menos manipulables que la arena. Gracias de nuevo por pasarte por mis versos.
Un abrazo