Volver desde mí (o desde el río)
Publicado: Dom, 15 Dic 2019 12:33
Siento que estoy como volviendo del río, como si me hubiera ido a sus entrañas por un tiempo, a aprenderlo o a aprenderme.
Como si hubiera necesitado saber sus soledades y sus complejas -ocultas- turbulencias.
No logro entender.
Tal vez esto es un sueño o quizás, en el silencio de estos días, realmente esbozó un llamado: una especie de invitación a reencontrarme con él o con quienes allí duermen, y lo saben. Aunque yo siempre pienso en los otros, en aquellos que aún no saben que yacen en el río y se siguen buscando, pero continúan largamente perdidos.
Qué extraño es él, pronunciando mi nombre desde adentro... Como si su alma requiriera mi latido.
Pero he recibido su convocatoria de agua enturbecida. Me ha llamado desde su lecho.
¿Será mi padre, que allí descansa, navegando de orilla a orilla, libremente?
¿Serán las voces de los que, dormidos, claman?
¿Serán los tantos poemas que aún no se escriben o un resumen de los que ya se cantan?
Me siento como volviendo desde el río, no desde su orilla. Me cierro y veo mi imagen imbuida en su hermetismo cadencioso, involucrada en ese espacio que jamás será transparente. No ha tocado al río, ser cristalino. Las sombras lo habitan y con ellas, los misterios, los secretos, las penas...
Su oquedad no cierra, no se llena, no halla plenitud ni siquiera en la sospecha de la luna (que flota, pero solo roza su piel de superficie).
Como si hubiera necesitado saber sus soledades y sus complejas -ocultas- turbulencias.
No logro entender.
Tal vez esto es un sueño o quizás, en el silencio de estos días, realmente esbozó un llamado: una especie de invitación a reencontrarme con él o con quienes allí duermen, y lo saben. Aunque yo siempre pienso en los otros, en aquellos que aún no saben que yacen en el río y se siguen buscando, pero continúan largamente perdidos.
Qué extraño es él, pronunciando mi nombre desde adentro... Como si su alma requiriera mi latido.
Pero he recibido su convocatoria de agua enturbecida. Me ha llamado desde su lecho.
¿Será mi padre, que allí descansa, navegando de orilla a orilla, libremente?
¿Serán las voces de los que, dormidos, claman?
¿Serán los tantos poemas que aún no se escriben o un resumen de los que ya se cantan?
Me siento como volviendo desde el río, no desde su orilla. Me cierro y veo mi imagen imbuida en su hermetismo cadencioso, involucrada en ese espacio que jamás será transparente. No ha tocado al río, ser cristalino. Las sombras lo habitan y con ellas, los misterios, los secretos, las penas...
Su oquedad no cierra, no se llena, no halla plenitud ni siquiera en la sospecha de la luna (que flota, pero solo roza su piel de superficie).