Fragancias
Publicado: Lun, 02 Dic 2019 21:38
I
Siempre hay luz
donde la palabra justa tiene sus dominios
o cuando los vientos
son brisas con nombre de mujer
luchando contra molinos infames
impidiendo la buena marcha de las cosas,
de la vida también.
Nunca la oscuridad,
a pesar de los ojos ahítos de páginas vividas
en una tierra exigente,
donde el camino se llena con la fragancia de la paz.
II
Respiro porque tú
eres el aire que expande
mis pulmones.
Casa tengo porque tú
eres el cobijo -regazo generoso-
que de calor me nutre.
Tan dentro de mí te hallas
que no requiero de tus fotografías,
porque en el agua te pinto
y en la tierra toda y en la noche estrellada.
Fuego eres cuando de mi boca
brotan torbellinos de palabras vehementes
anhelando porvenires.
III
Como un buen poema
que surge de la segregación de las resinas,
así has ido tú, suma hacedora
ante todo, dándole forma al barro,
concediéndole el privilegio
de poseer una figura propia con sueños y biografía.
Nadie, ni la mano más robusta,
ha conseguido doblegar la fuerza de tu palabra.
Nada, ni los vientos más violentos,
ha logrado arrebatarte tus arrojos.
Ahora, deja abiertas las últimas puertas
y sal al encuentro del tiempo.
Y porque has triunfado, somételo a tus caprichos.
Y si un día como de elegíaca campana
anunciando adioses
el gran dedo afilado nos exigiera silencio,
nuestra espalda tendrá como respuesta
mientras juntos recorremos,
vida mía, el camino de vuelta al mar
donde se halla el principio.
Siempre hay luz
donde la palabra justa tiene sus dominios
o cuando los vientos
son brisas con nombre de mujer
luchando contra molinos infames
impidiendo la buena marcha de las cosas,
de la vida también.
Nunca la oscuridad,
a pesar de los ojos ahítos de páginas vividas
en una tierra exigente,
donde el camino se llena con la fragancia de la paz.
II
Respiro porque tú
eres el aire que expande
mis pulmones.
Casa tengo porque tú
eres el cobijo -regazo generoso-
que de calor me nutre.
Tan dentro de mí te hallas
que no requiero de tus fotografías,
porque en el agua te pinto
y en la tierra toda y en la noche estrellada.
Fuego eres cuando de mi boca
brotan torbellinos de palabras vehementes
anhelando porvenires.
III
Como un buen poema
que surge de la segregación de las resinas,
así has ido tú, suma hacedora
ante todo, dándole forma al barro,
concediéndole el privilegio
de poseer una figura propia con sueños y biografía.
Nadie, ni la mano más robusta,
ha conseguido doblegar la fuerza de tu palabra.
Nada, ni los vientos más violentos,
ha logrado arrebatarte tus arrojos.
Ahora, deja abiertas las últimas puertas
y sal al encuentro del tiempo.
Y porque has triunfado, somételo a tus caprichos.
Y si un día como de elegíaca campana
anunciando adioses
el gran dedo afilado nos exigiera silencio,
nuestra espalda tendrá como respuesta
mientras juntos recorremos,
vida mía, el camino de vuelta al mar
donde se halla el principio.