Editorial Alaire

hubo un tiempo en que los rumores metálicos
arrastrados por el viento
provocaron que un cielo demacrado se adueñase del paisaje
fue cuando comenzó a llover ininterrumpidamente
durante cuarenta años y más dentro de las casas y de los libros
porque algo hostil con forma tirana y voz punzante
como una tormenta invernal de acero
impuso su risa atronadora mientras unos pies terribles
mancillaban la tierra dejando un rastro escarlata
y huellas de cal viva
de golpe con la insistencia del hacha
un sueño funesto fue adentrándose en los corazones
que estallaron en trozos inaccesibles
anegando bocas y ahogando gritos
las campanas desoladas por la añoranza
de tanta ausencia definitiva
dejaron de declamar sus poemas de las horas
y el eco humillado se hundió en un amargo silencio
ni un testigo para constatar tanta soledad estridente
tan solo caldo de lágrimas en conserva sin fecha de caducidad

Impresionante poema, John:

Todavía necesitamos limpiar la escisión entre rojos y azules que arrastramos de un modo sórdido y mortífero.

Enhorabuena por tu poema
Abrazos
Ana

Con prudencia y buen hacer presentas un poema donde las heridas todavía no han cicatrizado. Me gustó leerte.
Abrazos
Pilar

Un poema que se lee del tirón sin ahogarnos. Sin comas ni puntos nos muestras la herida de tanta herencia dolorosa. La cal no tapa la ignominia recibida.
Muy bien escrito.
Salud.

Bello e interesante trabajo, amigo John.
Abrazos.