La muerte de Miguel Hernández
Publicado: Mié, 30 Oct 2019 20:12
INTROITO
Cabrero cuando doncel,
Miguel,
pues naciste pobre y nimio,
eximio
en cambio fuiste, sin grieta,
poeta
del pueblo llano; mas treta
vil te preparó el destino
deteniendo tu camino,
Miguel, eximio poeta.
I
En julio del treinta y seis
un cruento golpe de estado,
causado por militares
enemigos declarados
de un pueblo incondicional
del orden republicano,
a España hundió en la barbarie
de un conflicto sanguinario
entre democracia o muerte
durante tres largos años.
II
Defensor de la República,
Miguel con su voz de rayo
alentaba verso a verso
la lucha del miliciano,
motivo por el que fue
duramente castigado
con sus huesos entre rejas
por quienes lo asesinaron:
las crueles hordas fascistas
de un ridículo tirano,
que entre carcelarios muros
sin atender lo dejaron
de su afección pulmonar
con los ojos preguntando
quién purgará de esta historia
el hedor del atroz tajo.
III
Miguel, del pueblo poeta,
murió cual árbol talado
por defender con arrojo,
sin ceder un solo palmo,
la tierra, el monte y el trueno,
la raíz y el viento bravo
de un pueblo, su misma leche,
que con la sangre y las manos
como dos fieles fusiles
disparó cuantos zarpazos
pudo contra el feroz yugo
y las flechas de un opaco
y sañudo dictador
llamado Francisco Franco,
asesino de poetas
y del bravo pueblo llano.
IV
Pregoneros de la inquina
y fabricantes de engaños,
no usurpéis su digno nombre
tras el paso de los años
que Miguel, ardido eco,
bramará con voz de rayo
contra quien su verso manche
con ponzoña de gusano,
pues su legítimo dueño
siempre ha sido el viento bravo
de un pueblo libre que exhuma
la memoria que le hurtaron.
Cabrero cuando doncel,
Miguel,
pues naciste pobre y nimio,
eximio
en cambio fuiste, sin grieta,
poeta
del pueblo llano; mas treta
vil te preparó el destino
deteniendo tu camino,
Miguel, eximio poeta.
I
En julio del treinta y seis
un cruento golpe de estado,
causado por militares
enemigos declarados
de un pueblo incondicional
del orden republicano,
a España hundió en la barbarie
de un conflicto sanguinario
entre democracia o muerte
durante tres largos años.
II
Defensor de la República,
Miguel con su voz de rayo
alentaba verso a verso
la lucha del miliciano,
motivo por el que fue
duramente castigado
con sus huesos entre rejas
por quienes lo asesinaron:
las crueles hordas fascistas
de un ridículo tirano,
que entre carcelarios muros
sin atender lo dejaron
de su afección pulmonar
con los ojos preguntando
quién purgará de esta historia
el hedor del atroz tajo.
III
Miguel, del pueblo poeta,
murió cual árbol talado
por defender con arrojo,
sin ceder un solo palmo,
la tierra, el monte y el trueno,
la raíz y el viento bravo
de un pueblo, su misma leche,
que con la sangre y las manos
como dos fieles fusiles
disparó cuantos zarpazos
pudo contra el feroz yugo
y las flechas de un opaco
y sañudo dictador
llamado Francisco Franco,
asesino de poetas
y del bravo pueblo llano.
IV
Pregoneros de la inquina
y fabricantes de engaños,
no usurpéis su digno nombre
tras el paso de los años
que Miguel, ardido eco,
bramará con voz de rayo
contra quien su verso manche
con ponzoña de gusano,
pues su legítimo dueño
siempre ha sido el viento bravo
de un pueblo libre que exhuma
la memoria que le hurtaron.