Viajar y luego de viajar a Barcelona
Publicado: Jue, 17 Oct 2019 3:15
El año que viene tengo pensado viajar a Barcelona.
Es mi gran deseo. Eres la más fuerte y la más bella.
No te canses de las personas que no escuchan tu grito clamoroso.
No me involucraré en el tema de la independencia;
bastantes problemas políticos ya tengo acá en mi aldea.
Pero, basta ya de represión. ¡Destruirán obras muy valiosas!
Me iré a una farmacia y pediré unas latas de cerveza
y preguntaré por el bar donde se reúnen los poetas.
Es mi intención hablar esta noche con ellos de política.
Quizás el farmacéutico me diga que no puede venderme
Alprazolan sin receta médica, y yo le diré con firmeza:
“No se preocupe. Un buen vino suple esa maldita adicción”.
“Es usted un ejemplo de ciudadano que ha llegado a puerto,
disciplinado, muerto de miedo, cumplidor de las órdenes
de los que también tienen miedo de no ser obedecidos”.
Dicen que hay un crepúsculo bellísimo en la Barceloneta,
que llega desde donde el cielo se junta con el mar.
¡Rememoran las fondas de las montañas verdes!
“Oye tú, bella y eterna ciudad: lloro por ti, por tus ansias,
por las bofetadas que recibes cada vez que hablas de libertad.
Se pueden rendir, pero no es esa la solución, de manera alguna”.
A las diez de la noche me convertiré en un turista italiano
y me iré a una fonda que conozco a comer caracoles al vino.
Quiero rememorar recuerdos penosos de la primera vez.
Un dominicano negro con su mujer blanca, agraviados
por mis imputaciones se levantarán y pedirán sus abrigos.
Les revelo: trabajé para él en la universidad de Barcelona.
Jamás dije que los dominicanos son ratas inmundas,
que te hacen trabajar por amor al arte y a su patrimonio.
Me refiero a un solo dominicano y a un solo negro. Nadie más.
Tengo ya muchas cicatrices en el pecho y guardo quemaduras
y sigo deseando ver el retrato fiel de la historia de España,
sus reservas catalanas: Dalí, Gil de Biedma, Puigdemont…
¿Cómo te fue? ¿Qué tal Barcelona? ¿Es realmente culta
la gente allá? ¿Es cierto que son gente muy civilizada?
¿Acaso nadie mea en la calle? ¡Cuéntanos! ¡Cuéntanos!
Bien, les diré: “la gente allá hace el amor igual que nosotros,
respetan los semáforos, leen en el metro, carecen de mendigos,
y cada uno se da la importancia de la forma que puede”.
Guardo la esperanza que me devuelvan mi buena intención.
No me gusta vivir en una ciudad donde hacen fila para todo.
Por más que me esfuerce me es imposible acabar la crónica.
Desde el inicio, he escrito todos mis textos en Microsoft Word,
aunque soy simpatizante del socialismo y del software Linux.
¿Me entienden? No habrá paz con personas que no escuchan.
.
Es mi gran deseo. Eres la más fuerte y la más bella.
No te canses de las personas que no escuchan tu grito clamoroso.
No me involucraré en el tema de la independencia;
bastantes problemas políticos ya tengo acá en mi aldea.
Pero, basta ya de represión. ¡Destruirán obras muy valiosas!
Me iré a una farmacia y pediré unas latas de cerveza
y preguntaré por el bar donde se reúnen los poetas.
Es mi intención hablar esta noche con ellos de política.
Quizás el farmacéutico me diga que no puede venderme
Alprazolan sin receta médica, y yo le diré con firmeza:
“No se preocupe. Un buen vino suple esa maldita adicción”.
“Es usted un ejemplo de ciudadano que ha llegado a puerto,
disciplinado, muerto de miedo, cumplidor de las órdenes
de los que también tienen miedo de no ser obedecidos”.
Dicen que hay un crepúsculo bellísimo en la Barceloneta,
que llega desde donde el cielo se junta con el mar.
¡Rememoran las fondas de las montañas verdes!
“Oye tú, bella y eterna ciudad: lloro por ti, por tus ansias,
por las bofetadas que recibes cada vez que hablas de libertad.
Se pueden rendir, pero no es esa la solución, de manera alguna”.
A las diez de la noche me convertiré en un turista italiano
y me iré a una fonda que conozco a comer caracoles al vino.
Quiero rememorar recuerdos penosos de la primera vez.
Un dominicano negro con su mujer blanca, agraviados
por mis imputaciones se levantarán y pedirán sus abrigos.
Les revelo: trabajé para él en la universidad de Barcelona.
Jamás dije que los dominicanos son ratas inmundas,
que te hacen trabajar por amor al arte y a su patrimonio.
Me refiero a un solo dominicano y a un solo negro. Nadie más.
Tengo ya muchas cicatrices en el pecho y guardo quemaduras
y sigo deseando ver el retrato fiel de la historia de España,
sus reservas catalanas: Dalí, Gil de Biedma, Puigdemont…
¿Cómo te fue? ¿Qué tal Barcelona? ¿Es realmente culta
la gente allá? ¿Es cierto que son gente muy civilizada?
¿Acaso nadie mea en la calle? ¡Cuéntanos! ¡Cuéntanos!
Bien, les diré: “la gente allá hace el amor igual que nosotros,
respetan los semáforos, leen en el metro, carecen de mendigos,
y cada uno se da la importancia de la forma que puede”.
Guardo la esperanza que me devuelvan mi buena intención.
No me gusta vivir en una ciudad donde hacen fila para todo.
Por más que me esfuerce me es imposible acabar la crónica.
Desde el inicio, he escrito todos mis textos en Microsoft Word,
aunque soy simpatizante del socialismo y del software Linux.
¿Me entienden? No habrá paz con personas que no escuchan.
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