La Espita
Publicado: Mar, 15 Oct 2019 1:11
Ladrones de guante blanco
-culpables, pero sin tacha-,
armados con caros trajes
de Fioravanti y corbatas
de seda a quinientos dólares,
le robaron las migajas
de su emérito futuro
y su cuerpo bajo tantas
cosas quedó abatido
que, en la Plaza de Syntagma
donde los griegos un día
a Europa dijeron “basta”,
el anciano desahuciado
convocó a la oscura parca
cuando su punto y final
anunciado aún no estaba,
pues no transigió mudarse
en infecta cucaracha
arrebatando a los perros
callejeros y a las ratas
inmundos jirones de hambre,
de la opulencia zurrapas.
-culpables, pero sin tacha-,
armados con caros trajes
de Fioravanti y corbatas
de seda a quinientos dólares,
le robaron las migajas
de su emérito futuro
y su cuerpo bajo tantas
cosas quedó abatido
que, en la Plaza de Syntagma
donde los griegos un día
a Europa dijeron “basta”,
el anciano desahuciado
convocó a la oscura parca
cuando su punto y final
anunciado aún no estaba,
pues no transigió mudarse
en infecta cucaracha
arrebatando a los perros
callejeros y a las ratas
inmundos jirones de hambre,
de la opulencia zurrapas.