Editorial Alaire

...

Llovía desde temprano. Abril vestido de rosa y oro
hasta que acudieron las nubes pardas a medio día.

Los libros notan la lluvia,
sus letras se hacen menudas entre las comas,
se arredondean apretadas, arrimadas a los puntos
hasta que llega la mano y al tacto se desperezan.

Tras la ventana
miraba las gotas resbalar como letras en la página.

Me gustaría mojarme. ¿Puedo mojarme?

El jardín olía a tierra dulce y soledad.
Me pareció advertir un suspiro eléctrico bajo su pecho.
Recordé mis primeras lluvias al caminar entre praderas
las sendas de barro oscuro. Los pinos de verde intenso,
las rocas grises de blancos y negros.

Tumbado sobre la hierba miraba al cielo,
el agua salpicaba los cristales de sus ojos
apenas iluminados, apenas melancólicos.

¿Podrías amarme?
No lo sé. Es posible.

¿Podría llegar a amarte?
Me quedé callado. Sentí frío en la espalda.

Las hojas enceradas repelían el agua, igual que la piel
evita los duelos que adivina regresarán junto al amor.

...

Tremendo, estimado Ignacio, tremendo. ¡Qué alegría de firmamento lírico nos regalas!
No podría destacar un sólo verso sobre otro, una obra compacta que me llena de emoción.
Te ha salido de las gónadas sin resquicio de duda. La segmentación de los versos es precisa y sumamente apegada al momento del lector.
Las imágenes se imbrican unas con otras como el capote del torero que en el paroxismo de la lidia no sabe dónde está.
Yo leo lo que tú sientes sin recurrir a imágenes contorsionistas, ni símbolos a contrapelo que disimulan el disimular de lo que no se sabe decir. ¡Qué visión tan actual de la poesía tienes amigo! La metáfora precisa. La poética del mensaje, que utiliza los recursos retóricos precisos.
Para mi recuerdo siempre.
Un abrazote

Aunque alguna vez nos devore con su fuerza,
el agua y el amor son fuentes de vida...
Los versos de tu poema se dejan caer
con la pasión de una lluvia fina
sin la necesidad de hacer ruido.
Un poema muy hermoso, compañero, felicidades.
Un abrazo

Qué buen poema, Ignacio. Me encantó como discurren tus versos entre la lluvia y el amor. Felicidades.
Abrazos
Pilar

Intenso y bello poema que nos dejas Ignacio. Lo disfruté leyendo

saludos

rafael

¡Qué maravilla de poema! Te leí anoche y quedé prendada de los versos, de todos los versos. Si las nubes son pardas (yo digo que son de color panza burro), estoy segura de que los libros lo notan y se encogen.
Adoro la lluvia, pero no me gustan esas nubes anodinas.

Me gustaría mojarme. ¿Puedo mojarme?

Te felicito, ha sido un placer de lectura.
Un abrazo.

Armilo Brotón escribió:Tremendo, estimado Ignacio, tremendo. ¡Qué alegría de firmamento lírico nos regalas!
No podría destacar un sólo verso sobre otro, una obra compacta que me llena de emoción.
Te ha salido de las gónadas sin resquicio de duda. La segmentación de los versos es precisa y sumamente apegada al momento del lector.
Las imágenes se imbrican unas con otras como el capote del torero que en el paroxismo de la lidia no sabe dónde está.
Yo leo lo que tú sientes sin recurrir a imágenes contorsionistas, ni símbolos a contrapelo que disimulan el disimular de lo que no se sabe decir. ¡Qué visión tan actual de la poesía tienes amigo! La metáfora precisa. La poética del mensaje, que utiliza los recursos retóricos precisos.
Para mi recuerdo siempre.
Un abrazote

Armilo, qué decirte… gracias por tu consideración. Es muy grato para mí encontrarme un comentario como el tuyo. Y me agrada porque como consecuencia de unas líneas en este poema manifiestas la inquietud que supone esto de vivir con nosotros mismos. Si eso ya nos resulta complejo, cómo va a ser menos vivir con todo lo demás que nos rodea. Tampoco sé si realmente es absurda la existencia, es posible, pero siendo conocedores de esa posibilidad tenemos la ventaja de que al considerarla podemos enfrentarnos a ella y buscar otros caminos que rodeen ese estado, a ver qué vamos encontrando.

Comparto contigo lo que dices en el párrafo del Prozac. Acercarse al conocimiento, a la comprensión de a qué pertenecemos, ayuda más que apartarse. Siempre podemos cuestionar las cosas, y de hecho esa es la clave de la evolución.

Como comentaba en uno de los podcasts, esto del cerebro que nos faculta para pensar sobre lo que pensamos y tener autoconciencia, cuando menos nos lleva a que no nos hagan falta dioses que nos justifiquen, y eso resulta duro ya que nos toca apechugar con lo que cada uno resulta ser.

En fin, bien está que desde la poética podamos adentrarnos en estas historias. Lo que nos falta para disfrutar más es poder charlar en vivo y en directo, frente por frente el vino y un cuenco de absurdos percebes, de esos que privan a J.J.

Un fuerte abrazo.
Ignacio

Los mejores poemas de Ignacio Mincholed en Alaire.

Sube este poema para deleite de todos.

Me alegra que se rescatarse este magnífico escrito es para no perderselo.

Una maravilla.

Un abrazo.

Ignacio Mincholed escribió: ↑Mié, 02 Oct 2019 20:11 ...

Llovía desde temprano. Abril vestido de rosa y oro
hasta que acudieron las nubes pardas a medio día.

Los libros notan la lluvia,
sus letras se hacen menudas entre las comas,
se arredondean apretadas, arrimadas a los puntos
hasta que llega la mano y al tacto se desperezan.

Tras la ventana
miraba las gotas resbalar como letras en la página.

Me gustaría mojarme. ¿Puedo mojarme?

El jardín olía a tierra dulce y soledad.
Me pareció advertir un suspiro eléctrico bajo su pecho.
Recordé mis primeras lluvias al caminar entre praderas
las sendas de barro oscuro. Los pinos de verde intenso,
las rocas grises de blancos y negros.

Tumbado sobre la hierba miraba al cielo,
el agua salpicaba los cristales de sus ojos
apenas iluminados, apenas melancólicos.

¿Podrías amarme?
No lo sé. Es posible.

¿Podría llegar a amarte?
Me quedé callado. Sentí frío en la espalda.

Las hojas enceradas repelían el agua, igual que la piel
evita los duelos que adivina regresarán junto al amor.

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Belleza enorme de toda la sincera intimidad estremecedora en tu canto, amigo mío.
Un placer su lectura. Gracias.

Un abrazo.

Un poema magnífico, Ignacio, donde acercas al androide a sensaciones tan humanas como mojarse con la lluvia y a sentimientos tan irrechazablemente humanos como el amor. Me ha gustado mucho tu poema y te felicito.

Un fuerte abrazo.

"Tumbado sobre la hierba miraba al cielo,
el agua salpicaba los cristales de sus ojos
apenas iluminados, apenas melancólicos.

¿Podrías amarme?
No lo sé. Es posible.

¿Podría llegar a amarte?
Me quedé callado. Sentí frío en la espalda."

Se me había pasado este preciosidad de poema, amigo Ignacio. Con un lirismo de alto voltaje.

Todo un placer de lectura, querido amigo.

Abrazos y salud.

Buenas tardes señor,
aquí leyendo poesía de otro nivel.
Es un placer cuando se puede ver eso que el autor describe en el poema. Puedes ver caer la lluvia sobre esa hojas, mojándote con ellas.
Es uno de los mejores olores, tierra mojada. O el olor de cuando cierran la hierba, siempre digo que huele a sandía.
Ese frío en la espalda, potente la imagen y su significado.

Ha sido un placer venir a platicar con su androide.
Un abrazo.

Hermoso poema, una escena ciberpunk pasada por el filtro de la sensibilidad. Me ha gustado mucho, Ignacio.

Un abrazo.