Editorial Alaire

AL SOL EN LOS CEREZOS

Te abracé tan fuerte a mí,
junto al mar, tan fuerte,
que por un instante fuiste parte
de mis brazos y mi pecho.
Te besé con tanto ardor,
bajo el sol, por tanto tiempo,
que mis labios se fundieron
a tu piel y a tus cabellos.
Fuimos lágrimas de sal
sobre la arena;
Fuimos átomos de luz
de un mismo cielo.

Aunque ahora estés muy lejos
y no sea yo el de entonces,
mis sentidos no perdieron
la memoria de tu cuerpo
y por eso aún recuerdo
a qué hueles, a qué sabes.

Si el amor es algo eterno,
la distancia no es olvido.
Olvidarte es olvidarme
yo a mí mismo.
¿Tú de mí te has olvidado?
Yo de ti no pude hacerlo…
Si una mano me apretara
el corazón
hasta exprimirlo,
caerían arena y sal,
sol y mar
y este recuerdo.


--oOo--

Me ha gustado este poema tuyo (como tantos que te he leído). Definitivamente, has encontrado un registro que saca lo mejor de tu poeta. Aquí nos describes la sublimidad de la naturaleza, llevando el tema hacia la reflexión filosófica. Lo que a mí, personalmente, me agrada es que hablas de trasmutación, no en un sentido religioso, sino como consecuencia del devenir de las cosas, lo cual es muy humano. El ritmo es como como un viento acompasado que va abriendo puertas en cada verso. Salud.

Un abrazo, amigo.
Óscar

Siempre sabes imprimir licor dulce en cada poema, por eso la lectura es agradable. Participo del pensamiento que creó estos hermosos versos.
Abrazos
Pilar

Qué bello es la explosión de los cerezos en primavera
y qué bello es la la explosión de estos versos en otoño.
Un abrazo, compañero.

Muchas gracias amigos por los comentarios.
Un abrazo.
J. Manuel

José Manuel,

siempre arriba tus poemas, querido amigo. A mí me gustan mucho.

Abrazos.

Luminoso y reflexivo recorrido querido amigo... sensibles imágenes...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy