Muchas gracias a todos. Parece que en general ha gustado este poema. Breve y distinto de lo que acostumbro, como dices tú Pilar: seguramente por eso gusta más

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Pero no se trata de un poema autobiográfico o compuesto con recuerdos: en realidad es todo inventado. Lo siento, Antonio. Compuse este poema el año pasado después de leer los primeros libros de Luis García Montero. S´olo he leído sus primeros libros (hasta "Las flores del frío" de 1991, más otros poemas sueltos), y algunos poetas me aseguraron que con eso es suficiente para conocer su poesía. Se trata de una poesía que no me gusta y que me aburre tremendamente. No niego que sea un grande, y admito que hay que conocerlo, pero para mí es suficiente. Este poema es como un apunte para recordarme su estilo.
Intento ahora contestar o comentar los temas que habéis planteado.
Sergio: no me entretuve en comprobar lo que dices, aunque podría ser divertido. Digamos que empleé las palabras que más se repetían y que me parecieron más características de su estilo que se llama, por cierto, "poesía de la experiencia"
Valle Oncina escribió:Por otro lado me extraña encontrar tres versos con rima asonante seguida, no tengo consciencia de que en algún poema de Luis García Montero suceda.
No digo que no pueda haberlas. Me interesa saber si tienes más información sobre esto.
Pues no tengo ni idea, Sergio, ya te digo que no me gusta García Montero y, por tanto, ni lo tengo en la cabeza ni me he detenido a estudiarlo a ese nivel. Aquí esas asonancias constituyen como un núcleo sonoro que intenta perforar el recuerdo evocado (evocado e inventado). Desde luego en las estrofas clásicas no suelen darse tres rimas seguidas, pero en las formas libres puede ser un recurso intensificador interesante. No te sé decir más.
Valle Oncina escribió:Al contrario que Armilo pienso que la corriente da para más aún, quizás ya ha llegado a su punto álgido, pero sigue siendo la corriente poética más leída en nuestro país (fuera de los clásicos).
Yo creo que las corrientes poéticas no se agotan, sino que pasan de moda. La gente (autores y lectores) se cansa de ellas cuando dejan de producir (producir placer, dinero, éxito... lo que sea). En realidad esta llamada "poesía de la experiencia" no es más que una reedición de poéticas mucho más antiguas. Desde que existe la poesía, los poetas han tratado de plasmar experiencias (propias o ajenas, personales o comunitarias) en sus escritos. Ya en los himnos homéricos encontramos experiencias poetizadas: que si la hija de Deméter es raptada y ella manda construirse un tempolo, que si Hermes roba las vacas de Apolo y construye una lira con el caparazón de una tortuga... Para el Siglo de Oro tenemos incluso un mini-género que es la "poesía de circunstancia": poemas hechos tras un fracaso de las medras personales en palacio, tras la muerte de un personaje ilustre y la erección de su catafalco, tras una victoria o derrota militar... Incluso se hacen poemas sobre hechos insignificantes, como que Boscán baile en unas bodas o que una dama se pinche con un alfiler. Sólo hay que cambiar la corte no por la aldea, sino por las ciudades actuales y ya tenemos poesía de la experiencia al modo de García Montero: los carruajes son los taxis, la ambrosía y el vino es ginebra, las alcobas son los hoteles, los banquetes y fiestas palaciegas son los bares y discoteas... El soneto inolvidable de Quevedo "Miré los muros de la patria mía" es auténtica poesía de la experiencia. Mismo perro con distinto collar. Incluso a García Montero le ocurrió lo que a los grandes del barroco: que ha dejado tras de sí miríadas de imitadores, con la diferencia de que entonces se imitaba deliberadamente mientras que ahora se hace inconscientemente, creyendo que se escribe algo actual y novedoso cuando en realidad se está reproduciendo poesía anterior.
Si la "poesía de circunstancia" es un claro precedente, o primera versión, de la "poesía de la experiencia", también lo es la poesía mística, en la medida en que también la espiritualidad humana es sede de experiencias: en ésta sólo hay que cambiar la ciudad y los bares por el alma y sus pasiones, y a la chica por Dios. No por casualidad está presente el vocabulario religioso en el poema que abre este hilo.
Yo creo que los estilos poéticos, como digo, no se agotan. Pueden seguir proporcionando belleza, aunque no necesariamente mediante la originalidad. La originalidad como seña de calidad de la creación artística sólo es importante con el Romanticismo, cuando ya se ha escrito tanto sobre tantos temas que el repertorio de contenidos se considera prácticamente agotado. Pero antes no era así: hasta el siglo XVII o XVIII se consideraba que el mejor poeta era aquél que mejor imitaba a los modelos clásicos; y si alguno los superaba, entonces ya era el mejor de los mejores. Existen incluso varias teorías de la imitación artística o poética que establecían (son textos de hace varios siglos) el fundamento de este modo de crear, su licitud y las prácticas admisibles y no admisibles: ahí están el Brocense, Herrera, el Pinciano, Carrillo y Sotomayor, Marino, Scaligero, Boileau... y por supuesto las dos grandes poéticas de la Antigüedad clásica, la de Aristóteles y la de Horacio.
Sinceramente pienso que la creación por originalidad es apasionante, aunque casi imposible ya: yo, por ejemplo, sólo conozco un territorio virgen (o que yo creo casi virgen) en cuanto a temáticas poéticas, pero todo lo demás está ya descubierto (obviamente, no voy a decir cuál es ese territorio

). Pero también creo que el modelo anterior, el de la imitación (que no es lo mismo que copia o plagio), sigue siendo válido: ¿qué problema hay en que un poeta actual cuente a su modo las historias de siempre? ¿No puedo uno volver a escribir la fábula de Orfeo, la historia de Sansón y Dalila, o la Toma de Granada a su modo? No creo en la poética "lista de la compra" en la que vamos tachando lo que ya tenemos en el carro.
Saludos.