Editorial Alaire

Acudo al ocre agraz de los caminos
con su llovizna de resol celeste. Aquí,
al borde de estos surcos, respiran plenitud
la avidez del rizoma en su mudanza
y el esplendor con que las aves trizan
el vertical olvido de los álamos.
Y escucho en mansedumbre cómo
todo latido, ajeno a su renuncia,
urde el perfil del horizonte.

Aquí bajo los pórticos del aire
hila el tiempo el vellón del sólo estar.
Cada espiga se entrega, madura, a la quietud.
Llama soy como ella yo también,
una más en las horas que se vierten
como un zumo agostado por la espera.

Y al fondo y por adentro me pregunto:
en qué inaudible música
arde el signo que en el torrente de las horas
me desvela. De qué calmado pulso
soy esbozo en el eje de un fulgor en ciernes,
bajo qué minucioso designio somos obra.
Porque en la hondura de este lapso sólo bulle
el grito de la savia, de la sangre,
del fuego a flor de piel sobre la piedra.

Ante qué fondo oculto del mirar
soy parte del paisaje ahora
o tan sólo pigmento acaso
del pincel no visible de qué dios
y desde dónde está trazando el lienzo
que me crea con todo cuanto alcanzo a ver.

Felipe Fuentes García escribió:Acudo al ocre agraz de los caminos
con su llovizna de resol celeste. Aquí,
al borde de estos surcos, respiran plenitud
la avidez del rizoma en su mudanza
y el esplendor con que las aves trizan
el vertical olvido de los álamos.
Y escucho en mansedumbre cómo
todo latido, ajeno a su renuncia,
urde el perfil del horizonte.

Aquí bajo los pórticos del aire
hila el tiempo el vellón del sólo estar.
Cada espiga se entrega, madura, a la quietud.
Llama soy como ella yo también,
una más en las horas que se vierten
como un zumo agostado por la espera.

Y al fondo y por adentro me pregunto:
en qué inaudible música
arde el signo que en el torrente de las horas
me desvela. De qué calmado pulso
soy esbozo en el eje de un fulgor en ciernes,
bajo qué minucioso designio somos obra.
Porque en la hondura de este lapso sólo bulle
el grito de la savia, de la sangre,
del fuego a flor de piel sobre la piedra.

Ante qué fondo oculto del mirar
soy parte del paisaje ahora
o tan sólo pigmento acaso
del pincel no visible de qué dios
y desde dónde está trazando el lienzo
que me crea con todo cuanto alcanzo a ver.

Un espectáculo poder apreciar ese paisaje que propones y que tan de cerca me llega… tan solo con salir de la única calle de mi aldea. Y estar para contarlo como lo hiciste.
Llega este poema mucho más allá del horizonte. Encantado de poder perderme en él sin preguntas ni respuestas.
Un saludo, y sería tonto que aplaudiera, pero lo hago.

Me reitero en todo el comentario del compañero Alonso Vicent, pero añado, que aunque sea tonto decir que te aplaude porque él lo hace, yo sí lo digo y te aplaudo de pie. Felipe, un gran poema.
Va mi abrazo, desde mi isla, también de pie.

José Manuel F. Febles

Un poema que supone un auténtico retrato pictórico hecho con el pincel de una pluma privilegiada.
Enhorabuena.

La contemplación es aire del mismo aire, querido amigo.
El paisaje puede ser un libre esbozo o un muro desangelado que nos persigue memoria adentro.

Hermoso y profundamente evocador.

Abrazos.

Muy hermoso poema para disfrutar poesía. Un lujo leerte.
Abrazos
PIlar

Excelente poema, Felipe, un honor haberlo leído. Mis abrazos sinceros.

Magnífico poema de corte existencial, pleno de bellas imágenes de arrolladora fuerza expresiva.
Vaya mi aplauso y felicitación por tanta belleza.
Un abrazo.

Alonso Vicent escribió: Un espectáculo poder apreciar ese paisaje que propones y que tan de cerca me llega… tan solo con salir de la única calle de mi aldea. Y estar para contarlo como lo hiciste.
Llega este poema mucho más allá del horizonte. Encantado de poder perderme en él sin preguntas ni respuestas.
Un saludo, y sería tonto que aplaudiera, pero lo hago.

Muchas gracias Alonso. Te agradezco tan generoso comentario, amigo.

Recibe mi afecto y reconocimiento con iun abrazo.
Felipe.

Felipe Fuentes García escribió:Acudo al ocre agraz de los caminos
con su llovizna de resol celeste. Aquí,
al borde de estos surcos, respiran plenitud
la avidez del rizoma en su mudanza
y el esplendor con que las aves trizan
el vertical olvido de los álamos.
Y escucho en mansedumbre cómo
todo latido, ajeno a su renuncia,
urde el perfil del horizonte.

Aquí bajo los pórticos del aire
hila el tiempo el vellón del sólo estar.
Cada espiga se entrega, madura, a la quietud.
Llama soy como ella yo también,
una más en las horas que se vierten
como un zumo agostado por la espera.

Y al fondo y por adentro me pregunto:
en qué inaudible música
arde el signo que en el torrente de las horas
me desvela. De qué calmado pulso
soy esbozo en el eje de un fulgor en ciernes,
bajo qué minucioso designio somos obra.
Porque en la hondura de este lapso sólo bulle
el grito de la savia, de la sangre,
del fuego a flor de piel sobre la piedra.

Ante qué fondo oculto del mirar
soy parte del paisaje ahora
o tan sólo pigmento acaso
del pincel no visible de qué dios
y desde dónde está trazando el lienzo
que me crea con todo cuanto alcanzo a ver.

El hombre que introspecciona se encuentra a sí, a los demás y siendo que es un lucha de conceptualizaciones y proyecciones en lugares encumbrados, entonces se disuelve el hombre porque es capaz de todo y al disolverse en el pigmento del pincel ( magnifica metafora, Felipe!) olvidar su imagen, y semejanza, con ojos espirituales ve la mano del Creador. Tu esplendoroso poema posa la mas sensible y vulnerable de las preguntas. Un abrazo grande,bello poeta! ERA

Tan bello como evocador trabajo, amigo Felipe.
Abrazos.