Editorial Alaire

...

Cuánto sonido escapa,
alcanzando espacios inasequibles,
de las bocas muertas.
Barullo de fondo
bajo las sábanas blancas
en compases desiguales.

Ahí donde cubre el mar.
Humedad de la brisa suave,
persistente bajo los párpados
en el bosque de pinos blancos
de una noche propia, salvaje,
hasta desvanecerse en sueño

Y, aun así, escucho nítida
la voz inquebrantable del tiempo.

...

Aquí vuelvo, compañero, a sufrir los efectos secundarios de la buena poesía
y he de confesar que son beneficiosos. Me encanta el cierre...
Un abrazo.

"aun así, escucho nítida
la voz inquebrantable del tiempo."


Un poema de condensada meditación que nos lleva a escuchar la voz del tiempo. Quizá el silencio sea audible y el tiempo asumible como en este singular, bello y suspendido poema. Un placer de lectura, Ignacio, ERA.

Un poema que, pese al misterio que lo rodea, refleja perfectamente el estado anímico del autor, de igual manera, emite imágenes, a veces nítidas, del momento y lugar donde el poeta fue alcanzado por la magia de las musas.
Enhorabuena.

Ya, ya, comprendo ese silencio y los sonidos de fondo. Un placer leerte.
Abrazos
Pilar

Siento al leer tus poemas, estimado amigo Ignacio, que has llegado a una de esas etapas fértiles donde los poetas establecen un campamento y se degustan. No quiero con ello decir que fáciles porque el trabajo ahí está evidente en cada uno de tus versos: medidos en ritmo interno y musicales, con la fracción justa de poética y profundidad; en definitiva equilibrados y sustanciosos, fragantes.
Un abrazo grande y mis felicitaciones

Magnífico, Ignacio, sobre todo los dos versos de apertura y la estrofa central, en esta última, es toda una experiencia sensible cerrar los ojos y sentir introduciéndose en nosotros cada uno de los versos.
Una muestra de enorme sensibilidad propia que se comparte en la palabra del verso.


Cuánto sonido escapa,
alcanzando espacios inasequibles,
de las bocas muertas.
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Ahí donde cubre el mar.
Humedad de la brisa suave,
persistente bajo los párpados
en el bosque de pinos blancos
de una noche propia, salvaje,
hasta desvanecerse en sueño
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Todo un placer de lectura, querida amigo.

Un fuerte abrazo.

Rosario Martín escribió:Aquí vuelvo, compañero, a sufrir los efectos secundarios de la buena poesía
y he de confesar que son beneficiosos. Me encanta el cierre...
Un abrazo.

Qué decirte Rosario… muchas gracias por el comentario tan bonito.

Un abrazo.
Ignacio