Editorial Alaire

Hoy la luna tampoco se ha presentado.
Desde hace tiempo
ya no cuelga del cielo,
se ha vuelto invisible.
Cuando cae la pesada noche,
después de un día que nunca
llega a despertar del todo,
la obscuridad aprovecha el momento
en el que las horas,
insolentes y perezosas,
se hacen eternas
para arrebatarnos el espacio,
las dimensiones
y el centro de gravedad,
llevándose consigo el mundo.
Somos, desde entonces,
presa fácil de jaurías humanas
que con fruicción devoran
nuestra capacidad de compasión
y los anhelos de utopía.
Estar cuerdo en este mundo desolado
es un suplicio que nos obliga
a vagar sin descanso por una carretera inútil.

(Quedan dos balas en la recámara,
pero nunca dispararé contra mi hijo,
aunque no exista el futuro.)

Me gustó el poema. Un final muy acertado.
Abrazos
Pilar

Un buen escrito con unos versos finales que le dan aún más esplendor.

Un abrazo.

Pilar Morte escribió:Me gustó el poema. Un final muy acertado.
Abrazos
Pilar

Gracias, amiga, porque siempre estás ahí con tus palabras amables.
Saludos afectuosos.

Alejandro Costa escribió:Un buen escrito con unos versos finales que le dan aún más esplendor.

Un abrazo.

Gracias, amigo poeta, por ta elogioso comentario.
Saludos cordiales.