Y si acaso un día
Publicado: Mié, 04 Sep 2019 19:25
Sé muy bien que no hay veranos con unicornios
en los ojos castigados por mil lluvias
ni en las hojas vencidas
ni mucho menos en las cuencas vacías
que aún penan por su nombre,
porque posiblemente nada exista
fuera de la Venecia enmascarada,
donde la belleza niega la realidad,
o más allá del amarillo cegador de una noche en Arlés
o del rictus fantasmal de una boca florentina.
Ocurre también que el edén reniega de las geografías
con monumentos erigidos a los yugos de la paz
y de la podredumbre de la historia
y sobre todo de las miradas ahítas de genocidios,
pues nada queda, ni de alegre llama ni de forma orgullosa,
fuera de la pétrea vigilancia de la Esfinge,
donde la belleza niega el tiempo,
o más allá de la blanca piel de la diosa en las Cícladas
o de la mirada desafiante de David iluminando la Toscana.
En fin, todo desemboca en la más intensa sensación de vacío
fuera de una pobre lámpara alumbrando
del manifiesto comunista su origen,
donde la belleza niega la muerte,
o más allá del grito o de una línea quebrada en Gernika.
Y si acaso un día, por un empuje de brasa o de bandera revuelta,
el edén o el unicornio dan conmigo
solo requiero de un cigarro la colilla encendida
para que en mí se manifieste la divina proporción.
en los ojos castigados por mil lluvias
ni en las hojas vencidas
ni mucho menos en las cuencas vacías
que aún penan por su nombre,
porque posiblemente nada exista
fuera de la Venecia enmascarada,
donde la belleza niega la realidad,
o más allá del amarillo cegador de una noche en Arlés
o del rictus fantasmal de una boca florentina.
Ocurre también que el edén reniega de las geografías
con monumentos erigidos a los yugos de la paz
y de la podredumbre de la historia
y sobre todo de las miradas ahítas de genocidios,
pues nada queda, ni de alegre llama ni de forma orgullosa,
fuera de la pétrea vigilancia de la Esfinge,
donde la belleza niega el tiempo,
o más allá de la blanca piel de la diosa en las Cícladas
o de la mirada desafiante de David iluminando la Toscana.
En fin, todo desemboca en la más intensa sensación de vacío
fuera de una pobre lámpara alumbrando
del manifiesto comunista su origen,
donde la belleza niega la muerte,
o más allá del grito o de una línea quebrada en Gernika.
Y si acaso un día, por un empuje de brasa o de bandera revuelta,
el edén o el unicornio dan conmigo
solo requiero de un cigarro la colilla encendida
para que en mí se manifieste la divina proporción.