Editorial Alaire

Visceral es mi estado, no litúrgico.
Siempre pienso de qué forma abrirme al público, formar parte de esto llamado poesía.
Pero el público solo responde a toro pasado.
Y yo, sin jugarme el pellejo, sé que de paranoias no se vive.
Obligan a la mente a pensar diferente.
Cuántas veces he pensado que mi vida estaba marcada.
Cuántas líneas autorreferenciales.
Cuánto aburrimiento pudo haberme matado.
Lo superficial me hiere y lo profundo me da la puntilla.
Cuánto caminos llevan a esta sociedad secreta.
No se debe culpar.
¿De qué sirve, al fin y al cabo, un reconocimiento?
"Ya puedo mear en cada esquina.
Mi territorio me llevará a la ruina."

Son infinitos poemas en los campos probables...

Me ha gustado estar cerca de todo este proceso erosionador y reparador.

Abrazo.

"Cuánto aburrimiento pudo haberme matado.
Lo superficial me hiere y lo profundo me da la puntilla.
Cuánto caminos llevan a esta sociedad secreta."

Cada poeta (artista, contribuidor en cualquier campo) debe cuestionar su intencion, su intencionalidad, y si hay aporte alguno, en alguna forma o sentido a su actividad. Estar enamorado con la poesia es bonito, pero sigue siendo, en todo momento una responsabilidad, no un premio. Creo que debe incluir al lector, al otro. Me llama la atencion "esta sociedad secreta". Muy sugerente, Ricardo.

ERA

La transmisión entre artista y público, en realidad es responsabilidad única del artista, y más cuando éste da a conocer su obra.
Lograrla, pienso que depende del talento y la empatía o la inteligencia emocional. Aunque es cierto (y respetable) que hay autores a quienes les importa un pito gustar al público (a lo mejor su motivación para dar a conocer su obra es solo la provocación o simplemente una manía o una paranoia personal). Todo es respetable, siempre y cuando luego no se quejen ante las críticas o la indiferencia de dicho público. Interesante poema, Ricardo. Saludos, compañero.