Veneno
Publicado: Dom, 04 Ago 2019 3:50
Como las olas en invierno
y las alas de las aves cuando emigran
me voy moviendo por senderos revoloteados
con la incertidumbre pasajera
de cuál será el próximo veneno
que me infeste la sangre,
¿qué será de mis días
si no soy capaz de encontrar la noche?
y si acaso la encuentro,
¿qué látigo fustigará entonces sus calles?
¿convivirán juntas ratas y alimañas?
¿habrá un lugar para mí?
Llueve,
con la delicadeza de un paradigma accidentado,
mientras embalsamo el rostro,
la piel de un esqueleto desdibujado
y dejo correr las gotas suicidas
con la intención de que su frescor
alimente mi cuerpo sediento.
El tiempo se mueve al ritmo del tiempo,
aunque el reloj, traspuesto y cansado,
no sea capaz de seguir su compás,
y mis pensamientos,
tan desordenados como las ideas,
dejen una estela de inseguridad
mientras los pasos tropiecen una y otra vez,
en dirección a ninguna parte.
Y aquí me encuentro,
deambulado en pos de dividir los días,
acicalar las noches,
sin saber a ciencia cierta,
que sendero tomar,
que calle me lleva en dirección acertada,
si estoy en el lugar correcto,
y si es así,
si hay sitio para mí.
Si no es así,
es posible que otro veneno
me esté haciendo efecto
y no cese de infectarme.
¿Qué será de mí, con esta sangre enferma?
y las alas de las aves cuando emigran
me voy moviendo por senderos revoloteados
con la incertidumbre pasajera
de cuál será el próximo veneno
que me infeste la sangre,
¿qué será de mis días
si no soy capaz de encontrar la noche?
y si acaso la encuentro,
¿qué látigo fustigará entonces sus calles?
¿convivirán juntas ratas y alimañas?
¿habrá un lugar para mí?
Llueve,
con la delicadeza de un paradigma accidentado,
mientras embalsamo el rostro,
la piel de un esqueleto desdibujado
y dejo correr las gotas suicidas
con la intención de que su frescor
alimente mi cuerpo sediento.
El tiempo se mueve al ritmo del tiempo,
aunque el reloj, traspuesto y cansado,
no sea capaz de seguir su compás,
y mis pensamientos,
tan desordenados como las ideas,
dejen una estela de inseguridad
mientras los pasos tropiecen una y otra vez,
en dirección a ninguna parte.
Y aquí me encuentro,
deambulado en pos de dividir los días,
acicalar las noches,
sin saber a ciencia cierta,
que sendero tomar,
que calle me lleva en dirección acertada,
si estoy en el lugar correcto,
y si es así,
si hay sitio para mí.
Si no es así,
es posible que otro veneno
me esté haciendo efecto
y no cese de infectarme.
¿Qué será de mí, con esta sangre enferma?