Editorial Alaire

Antecedentes

Un hombre, enunció la palabra “paz”.
Y los montes se alzaron .
Se amurallaron, cercando a las ciudades que se pensaban,
los dorados peces del estanque.
Y aquélla palabra, bordeó por igual
a los perros cojos y pulguientos,
ciñó a las magnolias del boulevard
con nombre de héroe anónimo.
Se elevaron ellos, los montes…
abrazando rabiosos a los hombres,
sí, a esos con aureolas y túnicas blanquísimas,
a los de tatuajes con rosas y con espinas
o con puñales enfundados.

No quedó ser sin ser tocado,
después del pacificador nacimiento
de ese instante hecho de letras.
Detrás de ellos, de los montes,
cabeceaba el vocablo primigenio,
sabiéndose invencible.
Sabía, que para existir el,
debería perder una batalla.
Mientras, tras montañas,
se erguía la verdadera guerra.


PD:

“Los silogismos, falsos y verdaderos (cada vez menos), inundan el planeta”

Me ha dejado inquieto tu poema. No sé si lo he entendido bien. Uno, pido perdón, necesita entender. Pero la inquietud también es buena. Hay fuerza, mucha fuerza. Parece que el poema te anuncia paz, pero no. Nada de eso. Parece que la paz se obtiene a través de la lucha. Esos montes... Bufff. Ya te dije una vez que cuando te dejabas llevar eras muy buena, que te crecías.

Me parece un poema escrito con el labio partido o con el puño cerrado (espero que no, por lo del labio).

Épica. Intensidad. Es intenso y yo adoro la intensidad.

Abrazo grande.

Hasta pronto.

Alberto, tu apreciación siempre es importante para mi. Cierto es que cuando escribo, mucho me contengo. Y que cuando pretendo meter seso estilístico me auto sensuro. Y es entonces, cuando comienzo por cambiar una frase y luego dos y hasta tres y es entonces, cuando el poema deja de ser mio. En cambio, hay momentos en donde prefiero no revizar, no corregir y sí, me dejo llevar al baile.
El significado, el fondo está muy cercano a lo que dices, la palabra "Paz", nunca hubiera nacido, a no ser por la existencia de la guerra, de la violencia y no en fonema sino en acción, en un verbo continuado de realidad. Para qué nombrar el color blanco, si no existiera el negro? Y más aún, cuando el blanco no es más que la usencia del oscuro. Pienso que lo mismo ocurre aquí. Y además con el antecedente, que primero fue la guerra, pues queda ahí... esperando, acechando en cualquier instante.
Espero haberme sabido explicar y no dejar todo más revuelto
Acerca de la intensidad.... a mi también me gusta de vez en cuando, rugir como un coche de carreras, de esos de muchos cilindros, aunque se me patinen las llantas y amenaze con estrellarme. Hablando poeticamente.
Un abrazo para tí de vuelta como búmerang.

Alejandra Goerne,

EXTRAODINARIO POEMA
E IMÁGENES


TE FELICITO, QUERIDA AMIGA

UN ABRAZO FUERTE

Me encanta tu estilo, fresco, actual, maravilloso.
Un abrazo grande

Ricardo Serna G escribió:Alejandra Goerne,

EXTRAODINARIO POEMA
E IMÁGENES


TE FELICITO, QUERIDA AMIGA

UN ABRAZO FUERTE

Paisano amigo, si vieras que desde que supe que eres Mexicano y con ese apellido, te siento cercano. Gracias Ricardo, por hacerte sentir así... cerquita. Un beso bien grande.

Lila Manrique escribió:Me encanta tu estilo, fresco, actual, maravilloso.
Un abrazo grande

Amiga lila... gracias por pensar eso de este poema, aunque no sé sí será tan actual y menos tan maralilloso, yo en eso me declaro totalmente incompetente. Pero se siente bonito, eso ni cómo negarlo. Un abrazo grande de vuelta.

El significado, el fondo está muy cercano a lo que dices, la palabra "Paz", nunca hubiera nacido, a no ser por la existencia de la guerra, de la violencia y no en fonema sino en acción, en un verbo continuado de realidad. ¿Para qué nombrar el color blanco, si no existiera el negro? Y más aún, cuando el blanco no es más que la ausencia del oscuro.


Claro, Alejandra, ahora sí que lo tengo claro. La perspectiva que ofreces encantaría a un orientalista.

Abrazo.

Hasta pronto.

Alberto Batania escribió:El significado, el fondo está muy cercano a lo que dices, la palabra "Paz", nunca hubiera nacido, a no ser por la existencia de la guerra, de la violencia y no en fonema sino en acción, en un verbo continuado de realidad. ¿Para qué nombrar el color blanco, si no existiera el negro? Y más aún, cuando el blanco no es más que la ausencia del oscuro.


Claro, Alejandra, ahora sí que lo tengo claro. La perspectiva que ofreces encantaría a un orientalista.

Abrazo.

Hasta pronto.

Aprovecho para por aquí, dejarte un gran abrazo de Navidad Alberto. Y gracias por haber pasado por este poema, que tanto me costó. Te sigo allá.