Editorial Alaire

...

La noche trae aire trepidante de volcanes
sudorosos como las vísceras de las ranas
que no supieron cruzar la autovía alicatada.
Maúllan los gatos sin bigotes
encarcelados en el entresuelo olvidado
por las ratas drogadas sobre cartones
húmedos de cajas de galletas y tabaco.
Se escurren las espadas de hielo entre los dedos
para ser tú la princesa de las tierras olvidadas
y yo el oso atropellado por el cortacésped amarillo.
Los dos enredados bajo estandartes de pereza
con siluetas de calaveras y dinosaurios.

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Ignacio Mincholed escribió:...

La noche trae aire trepidante de volcanes
sudorosos como las vísceras de las ranas
que no supieron cruzar la autovía alicatada.
Maúllan los gatos sin bigotes
encarcelados en el entresuelo olvidado
por las ratas drogadas sobre cartones
húmedos de cajas de galletas y tabaco.
Se escurren las espadas de hielo entre los dedos
para ser tú la princesa de las tierras olvidadas
y yo el oso atropellado por el cortacésped amarillo.
Los dos enredados bajo estandartes de pereza
con siluetas de calaveras y dinosaurios.

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Me he quedado atrapada en la brillante anatomía de esta noche de verano. Multiplicidad y belleza, locura y gracia.

Aplausos sonoros y felicitaciones muchas, Ignacio.

Ignacio Mincholed escribió:...

Se escurren las espadas de hielo entre los dedos
para ser tú la princesa de las tierras olvidadas
y yo el oso atropellado por el cortacésped amarillo.
Los dos enredados bajo estandartes de pereza
con siluetas de calaveras y dinosaurios.

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A algunos este calor nos seca la inspiración, está claro que no es tu caso. Excelente poema, Ignacio. Un fuerte abrazo.

Hallie Hernández Alfaro escribió:

Ignacio Mincholed escribió:...

La noche trae aire trepidante de volcanes
sudorosos como las vísceras de las ranas
que no supieron cruzar la autovía alicatada.
Maúllan los gatos sin bigotes
encarcelados en el entresuelo olvidado
por las ratas drogadas sobre cartones
húmedos de cajas de galletas y tabaco.
Se escurren las espadas de hielo entre los dedos
para ser tú la princesa de las tierras olvidadas
y yo el oso atropellado por el cortacésped amarillo.
Los dos enredados bajo estandartes de pereza
con siluetas de calaveras y dinosaurios.

...

Me he quedado atrapada en la brillante anatomía de esta noche de verano. Multiplicidad y belleza, locura y gracia.

Aplausos sonoros y felicitaciones muchas, Ignacio.

Gracias por la nota, Hallie.
Hoy fuera de Madrid la noche tiene acento francés en esa multiplicidad que dices.

Un abrazo.
Ignacio

Efectos del calor en una noche de verano. Pereza

por Ignacio Mincholed » Vie, 19 Jul 2019 20:11
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La noche trae aire trepidante de volcanes
sudorosos como las vísceras de las ranas
que no supieron cruzar la autovía alicatada.
Maúllan los gatos sin bigotes
encarcelados en el entresuelo olvidado
por las ratas drogadas sobre cartones
húmedos de cajas de galletas y tabaco.
Se escurren las espadas de hielo entre los dedos
para ser tú la princesa de las tierras olvidadas
y yo el oso atropellado por el cortacésped amarillo.
Los dos enredados bajo estandartes de pereza
con siluetas de calaveras y dinosaurios.


Sudan los versos en esas plásticas y distópicas imágenes de la pereza, de la imposibilidad, de la anulación.
Poderosa e impactante entrega, maestro Ignacio.

Un fuerte abrazo.

Luis M. escribió:

Ignacio Mincholed escribió:...

Se escurren las espadas de hielo entre los dedos
para ser tú la princesa de las tierras olvidadas
y yo el oso atropellado por el cortacésped amarillo.
Los dos enredados bajo estandartes de pereza
con siluetas de calaveras y dinosaurios.

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A algunos este calor nos seca la inspiración, está claro que no es tu caso. Excelente poema, Ignacio. Un fuerte abrazo.

Me haces sonreír, Luis. No creas, que todo va justo a esta temperatura.

Gracias por la nota. Un abrazo.
Ignacio

Me gustó esta noche de verano con efectos en el hombre- Un gustó leerte.
Abrazos
Pilar

Me sorprende de buena manera ésta caricatura calurosa y divertida, Ignacio. Te hace bien el calor y hay gran creatividad aún en tu pereza, poeta. Abrazos, ERA

Ya quisiera yo y alguno más;) convertir esos efectos del calor
en un espléndido poema, compañero, qué bárbaro...
Un placer de lectura, Ignacio,un abrazo.

Imágenes que capturan y cautivan querido amigo...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

J. J. Martínez Ferreiro escribió:Efectos del calor en una noche de verano. Pereza

por Ignacio Mincholed » Vie, 19 Jul 2019 20:11
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La noche trae aire trepidante de volcanes
sudorosos como las vísceras de las ranas
que no supieron cruzar la autovía alicatada.
Maúllan los gatos sin bigotes
encarcelados en el entresuelo olvidado
por las ratas drogadas sobre cartones
húmedos de cajas de galletas y tabaco.
Se escurren las espadas de hielo entre los dedos
para ser tú la princesa de las tierras olvidadas
y yo el oso atropellado por el cortacésped amarillo.
Los dos enredados bajo estandartes de pereza
con siluetas de calaveras y dinosaurios.


Sudan los versos en esas plásticas y distópicas imágenes de la pereza, de la imposibilidad, de la anulación.
Poderosa e impactante entrega, maestro Ignacio.

Un fuerte abrazo.

Un fuerte abrazo ya en septiembre J.J. Gracias por la nota.

Ignacio

Pilar Morte escribió:Me gustó esta noche de verano con efectos en el hombre- Un gustó leerte.
Abrazos
Pilar

Gracias Pilar, ya en septiembre.

Un abrazo.
Ignacio

Qué buen poema Ignacio.
Genial.

Un abrazo.

Siento el poema como la descripción de ese estado de sopor climatológico que es inherente a todo ser vivo, y me lleva a imaginar que, tanto los brujos de las tribus del sur como los druidas de Europa (por poner ejemplos), tenían esa habilidad (o poder) para crear mundos paralelos que resultaban mágicos pero creíbles al populacho. Me gusta este poema que nos envuelve en una atmósfera onírica y surreal, para introducirnos en un mundo fantástico que trasciende nuestra aplastante realidad humana. Me siento gratamente sorprendido de esta original propuesta tuya.

Un abrazo fuerte.
Óscar

Vuelvo a este magnífico poema de Ignacio Mincholed sobre el tedio, la sordidez.. el calor y su aplastante peso.

Un abrazo, gran Ignacio.