Sin renuncia

[Armilo Brotón]

Una obra poética que trata, con mucho atino y emoción, el tema el tema universal de la soledad, de la ausencia de un ser que nos pueda generar pasión cuando el tiempo irremediablemente va pasando. Las personas a las que amamos pueden desaparecer, otras personas cercanas tienen otros intereses. Las imágenes y metáforas dan para múltiples interpretaciones, nos dejan un sabor de nostalgia y apuntan certeramente a un sentimiento de desolación.

Tres cosas parametrizan y determinan para mí un buen poema: el contenido, la estructura (ritmo, efectos sonoros, retórica, distribución de estrofas, isotopía) y su carácter evocador que a su vez engloba toda una serie de cualidades como la emoción, esta impronta es fundamental para que la obra quede en la memoria. Cuando haces un análisis crítico es realmente difícil, y todo un reto, encontrar el ritmo, esa forma que hace distinta la palabra hasta convertirla en arte, en poemas compuestos en verso libre. Para mí es mucho más fácil hacer un análisis crítico de la poesía clásica. Estamos acostumbrados a regularidades evidentes (rima, métrica, acentuación, versificación por cláusulas, versificación isosilábica, licencias) y entonces es casi mecánico el análisis, yo en los temas de contenido no me gusta meterme mucho, sí hago alusión a la evocación que me crea.
Uno sabe que está ante un gran poema, la palabra denota y salta desde un lenguaje claramente literario, por la proliferación de recursos de gran voltaje lírico, como este es el caso. ¿Cómo describir entonces dónde está el ritmo? La cabeza echa humo, ¡tienes que saberlo, me decía! ¡Deben existir parámetros objetivos que sepas sacar a la luz! A veces solo la lingüística es capaz de determinar ese ritmo y eso requiere estudios muy profundos. Los que no llegamos a tanto al final nos rendimos ante la intuición; quizá algún día lleguemos a ello.
Pensé al principio en una obra compuesta con mezcla de versos y versículos. Cuando la pausa versal no ejerce su función, porque dejaría ese supuesto verso (no importa su métrica) desierto de contenido, ese encabalgamiento, no retórico, generaría ese versículo, aunque estén separadas las frases en versos (su categorización no viene al caso aquí, hablo de intencionalidad) por la voluntad del autor, pero realmente la pausa versal no ejerce su función porque rompería el mensaje.
Esa mezcla, verso versículo, a la que aludo es lo que hace, por ejemplo, la poeta Ana García en sus composiciones, con un estilo absolutamente moderno.
No era así la mezcla. No encontré nada en los comentarios precedentes que me diera alguna pista, entonces cambié el formato. Pensé, para mi lectura, que esta obra podría estar estructurada de esta forma y sería igual de bella:

Cuando ya no quedan palabras que guardar en otro cuerpo y me sobran los pronombres posesivos con nombre mujer, me deslizo a ras del suelo como hojas secas que tras de sí la muerte arrastra y camino lento, aturdido por la melancolía, o por los días grises que como un puñal de nostalgia se clava en la memoria y entonces escucho un estallido de gritos silenciosos reflejándose en los espejos del pasado y presiento que arrojan contra mí su rabia indefinida.

Y avanzo poseído por el tiempo en que solo era promesa, y me oculto entre los escombros de algún sueño inconcluso que se asoma al vértigo del futuro y con saña lacerante me golpea su utopía; aún así resisto, y sobrevivo, jamás desfallezco en mi propio desconcierto. Y progreso en busca de una realidad que necesito con urgencia sea tangible, más allá de esta invención donde se pudre mis días en la nada. Pero un torbellino de esperanza en la sangre se atrinchera y el coraje de vivir soporta las heridas que se abren y supuran decepción a la hora que el alba se despierta y me interroga.

Todavía presiento que en los tendales de la reminiscencia se quedaron colgados los harapos con que fue cubriéndose mi intimidad desnuda , y ahora estoy aquí, a la intemperie, intentando dar refugio al corazón de un hombre deshabitado; también con estas cicatrices extendiéndose en el alma, que son su propia identidad, o su defensa, cuando advierte que el frío de la soledad duele como un mordisco y deja en los ojos la sombría visión de quien tan solo pretende morir amando aunque del amor lo hayan desheredado, por eso a veces reta a su propia fragilidad, y porque su raíces tienen el poderío de un roble adolescente, suyo es el triunfo, entonces sólo aspira a subsistir, y luchar como si fuera el pulso en libertad de un corazón del que esperan su renuncia, pero se niega a ser vencido.

Cuando la analicé desde esta perspectiva pude apreciar mejor las regularidades sintácticas:

“y me sobran los pronombres posesivos con nombre mujer”
“y camino lento, aturdido por la melancolía”
“y presiento que arrojan contra mí su rabia indefinida”
“Y avanzo poseído por el tiempo en que solo era promesa”
“y me oculto entre los escombros de algún sueño inconcluso”
“y con saña lacerante me golpea su utopía”
La estructura tiende a repetirse. La primera persona verbal refuerza el impacto de la imagen, núcleo de la frase. El ritmo se hace presente como repetición regular de un fenómeno.

También la regularidad semántica es manifiesta:

"me sobran los pronombres posesivos con nombre mujer"
"hojas secas que tras de sí la muerte arrastra"
"los días grises que como un puñal de nostalgia"
"escombros de algún sueño inconcluso"
"se pudre (falta una n para la concordancia de número) mis días en la nada"
"cicatrices extendiéndose en el alma"
"el frío de la soledad duele como un mordisco"

Imágenes, metáforas que son a la vez potentes, emotivas y van sumando intensidad, tensión, evocación en el trascurso de la lectura. La isotopía es casi absoluta.

Es una gran obra poética porque el contenido es universal, tratado con originalidad y profundo; tiene imágenes bellas y buen ritmo. Y sobre todo, porque lo sentí cercano y me emocionó. El remate es fabuloso, dejándonos ese contraste que frente a la realidad, a veces dura, queda la esperanza, "libertad de un corazón del que esperan su renuncia, pero se niega a ser vencido".

Un abrazo y salud Rafael.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Un buen ejemplo de poesía intimista en la estética del dolor.

Todo un placer de lectura, amigo Rafael.

Abrazos y salud.