Editorial Alaire

jose manuel saiz escribió:Fina estampa caballero…
¡Quién te pudiera alcanzar! (Chabuca Granda)


TE LLAMARÉ PRINCESA

Como ya no se lleva el pasear de la mano…
Como ya no se estila decir, te amo… te quiero…
Como hoy no está de moda ser dama o caballero…
Como se han extinguido las cartas perfumadas…
Como ya no se baila como antes se bailaba
(mirándose a los ojos, tocándose los hombros,
rozándose los labios…) Como ser un romántico
no va con estos tiempos, y está muy trasnochado...
Por toda esa costumbre que muere a fuego lento…
¡Hoy quiero ser rebelde! Sí, hoy quiero rebelarme.
Estar enamorados ya no es contarse uno a otro
los dedos de las manos ni compartir a veces
los dos el mismo vaso. ¿Será que ya no brillan
los astros en el cielo? ¿No crecen margaritas
pequeñas en los campos? En el mar…, ¿ya no hay faros?
Por eso, ¡ven conmigo! Olvidémonos del tiempo.
Te llevaré a un lugar donde el hombre aún se pone
clavel en la solapa y saluda con la mano
tocándose el sombrero (¡Un lucero! Fina estampa
caballero; ¡La acera luce en tu andar andar!).
Bailaremos pegados, los dos, muy recogidos.
Te llamaré princesa, te llamaré preciosa,
te sentirás bonita… (Y, cuando oigas un caballo,
prende una luz…; ¡Iré por la noche a tu castillo!).

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jose manuel saiz escribió:<<Vamos amarraditos los dos,
espumas y terciopelo…>> (Canción Amarraditos)


NO SE ESTILA

Como ya no se lleva el cogerse de la mano…
Como ya no se estila decir, "te amo… te quiero…"
Como hoy no está de moda ser dama o caballero…
Como se han extinguido las cartas perfumadas…
Como ya no se baila como antes se bailaba
(mirándose a los ojos, tocándose los hombros,
rozándose los labios...) Como ser un romántico
no va con estos tiempos... ¡Yo quiero rebelarme!
Estar enamorados ya no es contarse uno a otro
los dedos de las manos ni compartir sin sed
los dos el mismo vaso. ¿Será que ya no brillan
los astros en el cielo? ¿No crecen margaritas
pequeñas en los campos? En el mar…, ¿ya no hay faros?
Por eso, ¡ven conmigo! Olvidémonos del mundo.
Te llevaré a un lugar donde el hombre aún se pone
clavel en el ojal y las mujeres agitan
con gracia su pañuelo (postal de fina estampa;
de fina estampa dama, clavel y caballero).
Y ahí, en ese término perdido ya en el tiempo,
bailaremos pegados, los dos, amarraditos.
Te llamaré princesa, te llamaré preciosa…
Te lo diré al oído.


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