Editorial Alaire

Vendrá
—me apretará y me dará vueltas—
Me dirá:
—Tú aquí, cerca de mí.
Me enseñará, otra vez, ese ojo
—negro y vacío—
que tanto asco me da.
La mano que esconde
un muñón tan feo como su boca
—sin dientes—
que huele peor que la basura.

Hoy día todas esas bocas
me recuerdan a él.

Mi padre no es la abuela.
Sus historias de peleas
—jugando al póquer—
todos contra todos
no valen una mierda.

Siempre lo mismo.
Yo no quiero que vuelva,
no quiero que me coja y me dé vueltas.
No quiero que se ría
enseñando una boca apestosa.

Mi padre dice que todavía no porque solo tengo ocho años, pero con uno o dos más seré una gran jugadora. Que va siendo hora que aprenda de él, que tiene muchas cosas que enseñarme.

Tendré que escapar,
mantener mi boca limpia
lejos de besos turbios como la pez.

Se puede sangrar
mordiendo con la hierba el alma.
Pero la tierra
—que palpitando también sangra—
queda llorando
y aunque llora y sangra
CANTA.

No pude cumplir la promesa.

Las bocas que me hablan,
los cuerpos que se acercan,
el orín que cubre la piel.
Ese olor que me mata
—día a día—
todo me recuerda a él
y yo no tengo donde ir.

Con el miedo a la tierra
llevo un cerebro vomitado
por un triste pasado.
Y por boca llevo una campana
que tiene por badajo
la verdad:
Tendrás que vivir de cara a la tierra y con el odio en la mano.

Fuerte, bien escrito, directo.
Tratas un tema muy delicado con extrema maestría, como es habitual en ti, acostumbrada a manejar personajes diversos en tus cuentos.
Felicidades.
Un besazo

Ana, tu poema duele, y mucho. Son duros sus versos y de una sinceridad rabiosa. Hablas del pasado interpretando el dolor. Me gustó leerte,
Abrazos
Pilar

Ana, tu poema duele, y mucho. Son duros sus versos y de una sinceridad rabiosa. Hablas del pasado interpretando el dolor. Me gustó leerte,
Abrazos
Pilar

Es gratificante leer poemas como este. Me gusta mucho, además de la triste historia, el dominio del lenguaje, la precisión de los conceptos, el ali´ño de la forma. Pienso que muchos deberíamos tomar ejemplo del esfuerzo que despliegas en la consecución de obras esmeradas, que brindan a la poesía su lugar en el mundo de las bellas artes.

Un abrazo grande.
Óscar

Ana García escribió:Vendrá
—me apretará y me dará vueltas—
Me dirá:
—Tú aquí, cerca de mí.
Me enseñará, otra vez, ese ojo
—negro y vacío—
que tanto asco me da.
La mano que esconde
un muñón tan feo como su boca
—sin dientes—
que huele peor que la basura.

Hoy día todas esas bocas
me recuerdan a él.

Mi padre no es la abuela.
Sus historias de peleas
—jugando al póquer—
todos contra todos
no valen una mierda.

Siempre lo mismo.
Yo no quiero que vuelva,
no quiero que me coja y me de vueltas.
No quiero que se ría
enseñando una boca apestosa.

Mi padre dice que todavía no porque solo tengo ocho años, pero con uno o dos más seré una gran jugadora. Que va siendo hora que aprenda de él, que tiene muchas cosas que enseñarme.

Tendré que escapar,
mantener mi boca limpia
lejos de besos turbios como la pez.

Se puede sangrar
mordiendo con la hierba el alma.
Pero la tierra
—que palpitando también sangra—
queda llorando
y aunque llora y sangra
CANTA.

No pude cumplir la promesa.

Las bocas que me hablan,
los cuerpos que se acercan,
el orín que cubre la piel.
Ese olor que me mata
—día a día—
todo me recuerda a él
y yo no tengo donde ir.

Con el miedo a la tierra
llevo un cerebro vomitado
por un triste pasado.
Y por boca llevo una campana
que tiene por badajo
la verdad:
Tendrás que vivir de cara a la tierra y con el odio en la mano.

Un poema doloroso y bello por hacerse poesía. Te felicito, Ana.

Armilo Brotón escribió:Fuerte, bien escrito, directo.
Tratas un tema muy delicado con extrema maestría, como es habitual en ti, acostumbrada a manejar personajes diversos en tus cuentos.
Felicidades.
Un besazo

Unas veces reales y otras ficticios (quizás hay más personajes imaginarios en mi prosa). Este poema es más bien intimista. A mi padre le faltaba un dedo y, en su momento, me enseñó a jugar al: ajedrez, damas, póquer, billar, mus...
Gracias por tus palabras, intente algo de realismo.
Un besazo.

Pilar Morte escribió:Ana, tu poema duele, y mucho. Son duros sus versos y de una sinceridad rabiosa. Hablas del pasado interpretando el dolor. Me gustó leerte,
Abrazos
Pilar

El dolor y el olor. En mi trabajo, todos los días, prima el olor; la enfermedad huele y es algo con lo que tengo que lidiar. Es lo único que no me gusta de mi profesión y que esa sensación de malestar vaya en aumento.
Gracias por tus palabras, Pilar.
Un abrazo.

Óscar Distéfano escribió:Es gratificante leer poemas como este. Me gusta mucho, además de la triste historia, el dominio del lenguaje, la precisión de los conceptos, el ali´ño de la forma. Pienso que muchos deberíamos tomar ejemplo del esfuerzo que despliegas en la consecución de obras esmeradas, que brindan a la poesía su lugar en el mundo de las bellas artes.

Un abrazo grande.
Óscar

Uff qué cosas me dices, Oscar. Los poemas sí que llevan su trabajo, y es posible que en algún momento modifique los versos. Nunca doy por terminado un poema.
Gracias por tus palabras.
Un abrazo.

E. R. Aristy escribió:

Ana García escribió:
Un poema doloroso y bello por hacerse poesía. Te felicito, Ana.

Gracias, Era, por tus palabras.
Un abrazo.

Hola, Ana. Un duro poema, por cierto, que por desgracia sospecho que alguna de mis hijas firmaría con gusto, aunque tenga todos mis dedos. La paternidad no es una virtud, a pesar de la unanimidad sentimentaloide. Muchas veces ser hija o hijo amable exige una cuota de amplitud excesiva.

Yo, en estos asuntos como en otros, reivindico el derecho al odio.



En este verso le falta una tilde a «dé»:
no quiero que me coja y me de vueltas.

abrazo
Jorge

Un poema duro y logrado, en fondo y en forma. Me gustó. Mis felicitaciones y abrazo, amiga.

Jorge Busch escribió:Hola, Ana. Un duro poema, por cierto, que por desgracia sospecho que alguna de mis hijas firmaría con gusto, aunque tenga todos mis dedos. La paternidad no es una virtud, a pesar de la unanimidad sentimentaloide. Muchas veces ser hija o hijo amable exige una cuota de amplitud excesiva.

Yo, en estos asuntos como en otros, reivindico el derecho al odio.



En este verso le falta una tilde a «dé»:
no quiero que me coja y me de vueltas.

abrazo
Jorge

Corregido el fallo de la tilde. ¡Gracias!
Detrás de este poema hay un abuso infantil que yo pensé que se veía. Si no es así pues... fallo mío por no saber transmitir. Así que espero que ninguna hija tuya firme este poema.
El odio me permitió vivir durante un tiempo.
Gracias por tu atenta lectura y comentario.
Un abrazo.

Luis M. escribió:Un poema duro y logrado, en fondo y en forma. Me gustó. Mis felicitaciones y abrazo, amiga.

Muchas gracias por tus palabras, Luis. Se agradecen.
Un abrazo.

Diría que se sospecha, pero no se ve, y en cosas tan delicadas la sospecha no es suficiente. Sí en un poema, claro: como lector, no doy por sentado que los poemas se refieran a una realidad concreta, salvo que el poeta lo diga explícitamente.

abrazo
j.

Ana García escribió:

Jorge Busch escribió:Hola, Ana. Un duro poema, por cierto, que por desgracia sospecho que alguna de mis hijas firmaría con gusto, aunque tenga todos mis dedos. La paternidad no es una virtud, a pesar de la unanimidad sentimentaloide. Muchas veces ser hija o hijo amable exige una cuota de amplitud excesiva.

Yo, en estos asuntos como en otros, reivindico el derecho al odio.



En este verso le falta una tilde a «dé»:
no quiero que me coja y me de vueltas.

abrazo
Jorge

Corregido el fallo de la tilde. ¡Gracias!
Detrás de este poema hay un abuso infantil que yo pensé que se veía. Si no es así pues... fallo mío por no saber transmitir. Así que espero que ninguna hija tuya firme este poema.
El odio me permitió vivir durante un tiempo.
Gracias por tu atenta lectura y comentario.
Un abrazo.