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Pasan. (Asiento de ventanilla)

Publicado: Mié, 08 May 2019 17:45
por Jerónimo Muñoz
PASAN. (ASIENTO DE VENTANILLA)

Van pasando las cosas, pero no: soy yo quien paso. Sin embargo, yo me percibo quieto, son ellas, las cosas, las que se mueven, pasan, sí. Pasan los rostros fruncidos de los acantilados pequeños; pasan las nieves, sucias y sudorosas; pasan ubres de tocino o sílex, de tamaño descomunal; pasan los arrabales dormidos en el opio. Un niño de dos años llora su mala suerte. Ese no pasa. Está tres asientos más allá en el regazo de su madre. No puedo fumar. ¡Malditos políticos! Pasan los relojes de pulsera, los cuerpos de guardia, los inodoros desportillados, un palacio obispal. ¿Nadie tiene una copa de brandy? ¡Qué calor! Me quito el jersey que, por un tiempo interminable se me queda trabado en la cabeza y solo veo una muerte azul. ¡Quiero salir de aquí! ¡Uf! Ya está. Y miro, y sigo viendo pasar las cosas. Estatuas de yeso, celulitis pretendidamente lujuriantes, poetas con sombreros imprescindibles, un ingeniero armado con sus pastillas de ayer. ¡Qué asco! Quiero fumar. Una hoguera de jilgueros enturbia el aire con su humareda albiroja, pero resisto. El niño se ha dormido. Quizás no despierte nunca. Es la vida. Pasan las liebres atadas a sus colas, las octogenarias con sus rosarios. El mar no se ve. Noto un aroma de secreciones varias. Los fornicadores no cesan en su afán de prolongación y hay gorriones sobre los cables eléctricos. Pasan, pasan, paso yo. Me sacude un señor con barba: ¡Final de trayecto! Creo que me dormí. Ya despierto, veo que mi asiento de ventanilla es el asiento de la terraza de un bar y el señor con barba es un camarero que me da la cuenta. Pero han pasado cosas por delante de mi asiento. Y personas. Bueno, solo cosas pues las personas son solo cosas por más que vociferen que no los cobardes. Han pasado cosas, sí, aunque no sé bien si los acantilados y los palacios eran tranvías, o si los relojes de pulsera eran sujetadores de un solo uso, o si las celulitis y las ubres eran camas de hospital. ¿Serían mirlos los jilgueros albirojos? ¿Serían heroinómanos las liebres? ¿Serían estatuas los poetas? ¡Yo qué sé! ¿Dónde está el mar?

Re: Pasan. (Asiento de ventanilla)

Publicado: Mié, 08 May 2019 18:13
por J. J. Martínez Ferreiro
Precioso y puntilloso fresco poético, donde una vez más demuestras esa "maestría" experta en los materiales que trabaja. Para leer una y mil veces para poder recorrer la madeja de caminos que nos llevan a los mil y un lugares imaginarios de la poesía

Y para nada veo plagio o algo que se le parezca con la Estación de "Balcones fugaces". Hay trenes, nada más ni nada menos. Pero trenes los hay en todas partes, y ojalá hubiera aún más :wink:

Nos vemos el viernes.

Tengo muchas ganas de darte un muy fuerte abrazo y espero fumar un delicioso habano contigo.

Re: Pasan. (Asiento de ventanilla)

Publicado: Mié, 08 May 2019 18:41
por Marius Gabureanu
Magnifico y novedoso poema, Jeronimo, en toda su expansión. Así lo he leído yo, es mi manera de dejarte saber que lo he disfrutado al máximo, con la lentitud de mi lector. Recibe mis abrazos sinceros y felicitaciones. Ese cambio es, repito, no para defraudar la estructura del poema, sino para dejar en claro que los poemas se hacen saber, se perciben, y cada lector lo hace a su manera.

Van pasando las cosas, pero no:
soy yo quien paso. Sin embargo
yo me percibo quieto, son ellas,
las cosas, las que se mueven, pasan, sí.
Pasan los rostros fruncidos de los acantilados pequeños;
pasan las nieves, sucias y sudorosas; pasan ubres de tocino o sílex
de tamaño descomunal;
pasan los arrabales dormidos en el opio.
Un niño de dos años llora su mala suerte.
Ese no pasa. Está tres asientos más allá
en el regazo de su madre.
No puedo fumar. ¡Malditos políticos! Pasan los relojes de pulsera
los cuerpos de guardia, los inodoros desportillados,
un palacio obispal. ¿Nadie tiene una copa de brandy? ¡Qué calor!
Me quito el jersey que, por un tiempo interminable se me queda trabado en la cabeza y solo
veo una muerte azul.
¡Quiero salir de aquí! ¡Uf! Ya está. Y miro,
y sigo viendo pasar las cosas.
Estatuas de yeso, celulitis pretendidamente lujuriantes, poetas con sombreros imprescindibles, un ingeniero armado
con sus pastillas de ayer.
¡Qué asco! Quiero fumar. Una hoguera de jilgueros enturbia el aire con su humareda albiroja,
pero resisto. El niño se ha dormido. Quizás no despierte nunca.
Es la vida. Pasan las liebres atadas a sus colas, las octogenarias con sus rosarios. El mar no se ve.
Noto un aroma de secreciones varias. Los fornicadores no cesan en su afán de prolongación
y hay gorriones sobre los cables eléctricos. Pasan, pasan,
paso yo. Me sacude un señor con barba: ¡Final de trayecto!
Creo que me dormí. Ya despierto, veo que mi asiento
de ventanilla
es el asiento de la terraza de un bar
y el señor con barba es un camarero que me da la cuenta.
Pero han pasado cosas por delante de mi asiento.
Y personas. Bueno, solo cosas pues las personas son solo cosas por más
que vociferen que no los cobardes. Han pasado cosas, sí, aunque no sé bien
si los acantilados y los palacios eran tranvías,
o si los relojes de pulsera eran sujetadores de un solo uso,
o si las celulitis y las ubres eran camas de hospital.
¿Serían mirlos los jilgueros albirojos? ¿Serían heroinómanos las liebres?
¿Serían estatuas los poetas? ¡Yo qué sé!
¿Dónde está el mar?

Muchos abrazos y felicitaciones sinceras.

Re: Pasan. (Asiento de ventanilla)

Publicado: Mié, 08 May 2019 23:19
por Pilar Morte
Cuántas cosas pasan, querido amigo, en estos versos que con maestría y observación profundizan en la finitud de lo que va aconteciendo; aunque nosotros , en cierto modo, también pasamos. Ya no somos los mismos que cuando empezamos el poema.
Bueno, que me lío, sólo que me encantó el poema, que no pierde nada convertido en prosa. Felicidades.
Abrazos
Pilar

Re: Pasan. (Asiento de ventanilla)

Publicado: Jue, 09 May 2019 17:24
por E. R. Aristy
Jerónimo Muñoz escribió:PASAN. (ASIENTO DE VENTANILLA)

Van pasando las cosas, pero no: soy yo quien paso. Sin embargo, yo me percibo quieto, son ellas, las cosas, las que se mueven, pasan, sí. Pasan los rostros fruncidos de los acantilados pequeños; pasan las nieves, sucias y sudorosas; pasan ubres de tocino o sílex, de tamaño descomunal; pasan los arrabales dormidos en el opio. Un niño de dos años llora su mala suerte. Ese no pasa. Está tres asientos más allá en el regazo de su madre. No puedo fumar. ¡Malditos políticos! Pasan los relojes de pulsera, los cuerpos de guardia, los inodoros desportillados, un palacio obispal. ¿Nadie tiene una copa de brandy? ¡Qué calor! Me quito el jersey que, por un tiempo interminable se me queda trabado en la cabeza y solo veo una muerte azul. ¡Quiero salir de aquí! ¡Uf! Ya está. Y miro, y sigo viendo pasar las cosas. Estatuas de yeso, celulitis pretendidamente lujuriantes, poetas con sombreros imprescindibles, un ingeniero armado con sus pastillas de ayer. ¡Qué asco! Quiero fumar. Una hoguera de jilgueros enturbia el aire con su humareda albiroja, pero resisto. El niño se ha dormido. Quizás no despierte nunca. Es la vida. Pasan las liebres atadas a sus colas, las octogenarias con sus rosarios. El mar no se ve. Noto un aroma de secreciones varias. Los fornicadores no cesan en su afán de prolongación y hay gorriones sobre los cables eléctricos. Pasan, pasan, paso yo. Me sacude un señor con barba: ¡Final de trayecto! Creo que me dormí. Ya despierto, veo que mi asiento de ventanilla es el asiento de la terraza de un bar y el señor con barba es un camarero que me da la cuenta. Pero han pasado cosas por delante de mi asiento. Y personas. Bueno, solo cosas pues las personas son solo cosas por más que vociferen que no los cobardes. Han pasado cosas, sí, aunque no sé bien si los acantilados y los palacios eran tranvías, o si los relojes de pulsera eran sujetadores de un solo uso, o si las celulitis y las ubres eran camas de hospital. ¿Serían mirlos los jilgueros albirojos? ¿Serían heroinómanos las liebres? ¿Serían estatuas los poetas? ¡Yo qué sé! ¿Dónde está el mar?
Me ha gustado mucho, Jerónimo. Todo pasa en medio de todo, la nada en nada interrumpe el ritmo o el ruido incesante del viaje de la vida. Es un poema de urgencias y de extremos, si embargo ocurre a la velocidad y proyección de una dada escena. Excelente! ERA

Re: Pasan. (Asiento de ventanilla)

Publicado: Vie, 10 May 2019 9:18
por Hallie Hernández Alfaro
Jerónimo Muñoz escribió:PASAN. (ASIENTO DE VENTANILLA)

Van pasando las cosas, pero no: soy yo quien paso. Sin embargo, yo me percibo quieto, son ellas, las cosas, las que se mueven, pasan, sí. Pasan los rostros fruncidos de los acantilados pequeños; pasan las nieves, sucias y sudorosas; pasan ubres de tocino o sílex, de tamaño descomunal; pasan los arrabales dormidos en el opio. Un niño de dos años llora su mala suerte. Ese no pasa. Está tres asientos más allá en el regazo de su madre. No puedo fumar. ¡Malditos políticos! Pasan los relojes de pulsera, los cuerpos de guardia, los inodoros desportillados, un palacio obispal. ¿Nadie tiene una copa de brandy? ¡Qué calor! Me quito el jersey que, por un tiempo interminable se me queda trabado en la cabeza y solo veo una muerte azul. ¡Quiero salir de aquí! ¡Uf! Ya está. Y miro, y sigo viendo pasar las cosas. Estatuas de yeso, celulitis pretendidamente lujuriantes, poetas con sombreros imprescindibles, un ingeniero armado con sus pastillas de ayer. ¡Qué asco! Quiero fumar. Una hoguera de jilgueros enturbia el aire con su humareda albiroja, pero resisto. El niño se ha dormido. Quizás no despierte nunca. Es la vida. Pasan las liebres atadas a sus colas, las octogenarias con sus rosarios. El mar no se ve. Noto un aroma de secreciones varias. Los fornicadores no cesan en su afán de prolongación y hay gorriones sobre los cables eléctricos. Pasan, pasan, paso yo. Me sacude un señor con barba: ¡Final de trayecto! Creo que me dormí. Ya despierto, veo que mi asiento de ventanilla es el asiento de la terraza de un bar y el señor con barba es un camarero que me da la cuenta. Pero han pasado cosas por delante de mi asiento. Y personas. Bueno, solo cosas pues las personas son solo cosas por más que vociferen que no los cobardes. Han pasado cosas, sí, aunque no sé bien si los acantilados y los palacios eran tranvías, o si los relojes de pulsera eran sujetadores de un solo uso, o si las celulitis y las ubres eran camas de hospital. ¿Serían mirlos los jilgueros albirojos? ¿Serían heroinómanos las liebres? ¿Serían estatuas los poetas? ¡Yo qué sé! ¿Dónde está el mar?

¿Qué decir cuando una se cruza con un trabajo de esta inmensidad?
Lo primero es la gama de emocionen que saltan entre pecho y espalda, el tálamo se conmociona, se infiltra y ya no sentimos soledad. Desde la inmersión en tu poema ya no existe la soledad. Es impagable esta sustanciación que pasa sus finos dedos por la noción de viaje y movimiento.Es un poema que enciende la voluntad, recoge el canto, engendra hálitos de expresión suprahumana.

Me ha emocionado tanto, amigo del alma, tanto.

Beso grande.

Re: Pasan. (Asiento de ventanilla)

Publicado: Vie, 10 May 2019 13:40
por Óscar Distéfano
Cuanto más vive un hombre, más sueña, más se adentra en comprender los simbolismos de su imaginación y las visiones de la realidad que, cual Quijote, se transforman en realidades más ciertas que las visualizadas por la mayoría. El tren es el observatorio ideal cuando el asiento se encuentra al lado de la ventanilla: el mundo parece pasar frente a los ojos con la magia onírica de sus cuadros. Mis aplausos, amigo.

Un abrazo.
Óscar

Re: Pasan. (Asiento de ventanilla)

Publicado: Vie, 10 May 2019 18:39
por Ana García
Bueno, Jerónimo, yo también me he sentado en la misma terraza para ver a esos actores en el circo de la vida, para eso están las terrazas.
Impresiona el final:

Han pasado cosas, sí, aunque no sé bien si los acantilados y los palacios eran tranvías, o si los relojes de pulsera eran sujetadores de un solo uso, o si las celulitis y las ubres eran camas de hospital. ¿Serían mirlos los jilgueros albirojos? ¿Serían heroinómanos las liebres? ¿Serían estatuas los poetas? ¡Yo qué sé! ¿Dónde está el mar?

Muy bueno, te felicito.
Un abrazo.

Re: Pasan. (Asiento de ventanilla)

Publicado: Sab, 11 May 2019 11:10
por Luis M
Excelente este trayecto vital convertido en poesía, donde la realidad y preguntas sin respuesta se deshacen a través del pincel y la explosión imaginativa del poeta observador y viajero. ...Desembocando en la sabia y genial conclusión final:

" ¡Yo qué sé! ¿Dónde está el mar?"

Mis felicitaciones, Jerónimo. Un abrazo amigo.