Aunque tú no lo sepas
Publicado: Dom, 05 May 2019 11:14
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Provocamos mareas,
tripulábamos barcos
y encendía con besos
el mar de tus labios.
(Quique González)
tripulábamos barcos
y encendía con besos
el mar de tus labios.
(Quique González)
Descubrí verdaderamente a Enrique Urquijo dos años antes de que muriera. No tuve demasiado interés en los años anteriores por la Movida madrileña, lo reconozco, aunque casi todos sus representantes eran de mi generación me sentía desligado de la música que creaban y defendían, y de la acomodada extracción social de la que sus miembros más representativos procedían.
Entonces escuché una recopilación de los Secretos porque uno de mis hermanos la había puesto a mi alcance y conocí joyas como "Pero a tu lado" o "La calle del olvido".
Entonces escuché una recopilación de los Secretos porque uno de mis hermanos la había puesto a mi alcance y conocí joyas como "Pero a tu lado" o "La calle del olvido".
Aunque tú no lo sepas
Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo
iluminando
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...
Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.
Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.
(Luis García Montero)
Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo
iluminando
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...
Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.
Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.
(Luis García Montero)
Supe que Enrique ya no estaba en el grupo, que actuaba y había grabado varios discos con Los Problemas y que, al parecer, seguía con sus dificultades sempiternas con las mujeres y las drogas. No me costó decidirme a indagar por esta etapa artística de su vida y comprobé mejor que nunca que un cantante podía hacer suya una canción aunque no la hubiera compuesto. Aún suenan en mi mente como si tal cosa, aunque me hagan daño y abrazar la melancolía, la cruda y dolorosa "Para vivir" de Pablo Milanés y la desesperada "Aunque tú no lo sepas", variación esplendorosa de un poema de Luis García Montero firmada por Quique González, aquí tenemos a Enrique con esta última canción, escucharle es una ocasión de volver a la vida desde el infierno de la noche tétrica y vacía de las drogas.
Cada vez que voy a Madrid suelo ir al Galileo y aún espero encontrarme con la sombra de Enrique. Ese muchacho taciturno que supo extraer todo el lirismo que tiene la tristeza. No comprenderé nunca que Enrique y yo estuviéramos tan separados. Comprendo que las cosas no van del todo bien cuando uno busca con desesperación un camino que no existe, o que no se construyó para él, hace que las cosas siempre lleguen demasiado tarde y solo queda adornar lo mejor posible el lamento. Enrique siempre fue un muchacho triste, yo me he empeñado en llevar la tristeza hacia dentro, probablemente convertía en una chanza lo que él en una canción profunda, puede que sea porque yo viva en un lugar donde todo el mundo se engaña y el sol siempre nos ciega. Él vivió en el Madrid alegre y despreocupado de una quietud movida que no engañaba a nadie. Este mundo que hemos creado con el bienestar material no está hecho para los profundos y el prefirió dejarlo antes que dejar de serlo.
Nunca me atrajo el fulgor de los triunfadores, aun así he de reconocer que Luis García Montero mereció con creces ser reconocido como el faro de los poetas españoles en los 90.
Cada vez que voy a Madrid suelo ir al Galileo y aún espero encontrarme con la sombra de Enrique. Ese muchacho taciturno que supo extraer todo el lirismo que tiene la tristeza. No comprenderé nunca que Enrique y yo estuviéramos tan separados. Comprendo que las cosas no van del todo bien cuando uno busca con desesperación un camino que no existe, o que no se construyó para él, hace que las cosas siempre lleguen demasiado tarde y solo queda adornar lo mejor posible el lamento. Enrique siempre fue un muchacho triste, yo me he empeñado en llevar la tristeza hacia dentro, probablemente convertía en una chanza lo que él en una canción profunda, puede que sea porque yo viva en un lugar donde todo el mundo se engaña y el sol siempre nos ciega. Él vivió en el Madrid alegre y despreocupado de una quietud movida que no engañaba a nadie. Este mundo que hemos creado con el bienestar material no está hecho para los profundos y el prefirió dejarlo antes que dejar de serlo.
Nunca me atrajo el fulgor de los triunfadores, aun así he de reconocer que Luis García Montero mereció con creces ser reconocido como el faro de los poetas españoles en los 90.